Por arte de magia
Riberos de la Cueza Cuenta con un alto porcentaje de jubilados en su censo y padrón municipal
Texto y fotografía de Soraya de las Sías.
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La vieja olma junto a la iglesia. |
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que el padrón municipal de Riberos de la Cueza contaba en el 2005 con apenas 86 habitantes. El censo ha descendido desde entonces y puede disminuir aún más si se tiene en cuenta y se comprueba que realmente son muchas menos las personas que viven de forma permanente en la localidad terracampina a lo largo del año. «Cada vez somos menos. En invierno igual no llegamos a los cuarenta, porque muchos vecinos emigran a los lugares de residencia de sus hijos o a una vivienda adquirida en la capital», señala el alcalde de Riberos de la Cueza, Rogelio de Prado Garrido.
El análisis demográfico se completa con otros datos, nada halagüeños, pues un elevado porcentaje de vecinos son jubilados y personas mayores que han de esperar la llegada del verano para ver de nuevo chillar y jugar a los niños por las calles del pueblo. «Durante el año no hay niños, y en verano apenas llegan a una decena. Los pocos adolescentes que hay, salen a estudiar o a trabajar fuera, y no quieren saber nada de lo que se cuece en la agricultura y la ganadería. Prefieren las comodidades, los atractivos, las diversiones y el futuro laboral que les ofrece la capital», agrega el regidor, que con cierta ironía matiza que, ante esta situación, los jóvenes de Riberos son los que ahora cuentan con 40 ó 45 años.
Los hay que ya han tirado la toalla y se resignan a ver cómo la despoblación va comiendo cada vez más espacio y terreno. Otros, en cambio, luchan por encontrar el truco que devuelva a Riberos la magia que albergaba antaño, cuando había más casas abiertas y más movimiento, cuando las fiestas en honor al Cristo de la Salud reunían el 15 de septiembre a decenas de mozos merendando pan y queso y bailando en las eras.
Mientras encuentran la solución al enigma, echan mano de la nostalgia y de los recuerdos del pasado para sacar de la chistera aquellas historias de antaño. Como el aparente milagro del Cristo de la Salud, que detuvo el carro de bueyes que le conducía a Cervatos de la Cueza para permanecer siempre en su casa, en Riberos. Como la vieja olma que se cayó junto a la iglesia de Santa María y acumuló genio y fuerzas para quedarse allí calmada, junto al templo, formando la estampa de toda la vida. Como la vieja puerta de madera que aún conserva en sus agujeros la historia de su propietaria, la 'Tía Generala', una terrateniente a la que la tradición recoge como una mujer de armas tomar, a las que los franceses, durante la Guerra de la Independencia, dirigieron, en gesto de pocos amigos, varios disparos.
Como aquellas fuentes y aquel pantano que no fue, y como otras muchas curiosidades que podrían seguir relatando al visitante mientras se les ilumina el rostro con un halo de esperanza, con un deseo de que todo pueda cambiar, aunque saben que el problema con el que conviven es algo más serio que varios toques con la varita del mago, hechicero y prestidigitador, que la solución no llega por arte de magia.
Una hilera de jardines para la comunicación
S.S./PALENCIA
A pesar de que el padrón municipal merma cada año, las necesidades de los vecinos no pueden desatenderse. Por eso el Ayuntamiento de Riberos de la Cueza tiene previsto llevar a cabo varias obras en los próximos meses.
Se arreglarán las aceras y los tramos de pavimento de las calles que estén más deteriorados, y se procurará instalar nuevas farolas en los puntos del casco urbano peor iluminados. Esta última obra será financiada por el Ayuntamiento, aunque el regidor, Rogelio de Prado Garrido, asegura que tiene previsto mantener una reunión con el presidente de la Diputación, Enrique Martín, para solicitarle apoyo económico, «ya que la obra no entra dentro de la convocatoria de Planes Provinciales», explica.
Asimismo, el consistorio ribereño emprenderá en un futuro próximo el acondicionamiento y pavimentación de los entornos del cementerio, ubicado junto a la iglesia parroquial de Santa María.
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