Población de Arroyo

Un cielo sin cables a escena

Más del 80% de los habitantes de Población, donde se rodaron algunas escenas de "Las ratas", superan los 60 años

Texto y fotografía de José Luis de Román González.

A la entrada de Población de Arroyo, un pequeño mural pintado en la pared de una casa hace referencia a uno de los momentos que más huella ha dejado para el recuerdo en la historia reciente de este pueblo: el rodaje de varias escenas de la película "Las ratas", basada en la novela de Miguel Delibes.

También quedaron para el recuerdo las copias en vídeo que responsables del evento prometieron al ayuntamiento de la localidad, y que nunca llegaron.

Fueron unos días de cierta conmoción en el pueblo, cuyos habitantes se vieron de pronto figurando de extras delante de la cámara en ese año de 1996.

Es Población un lugar de esos donde la vista no tropieza en el plano panorámico con postes ni torres de alta tensión. Desde la era, junto a una alineación de aperos y una trilladora oxidada, solamente campos y cielo sin cables, libres para las acrobacias de los vencejos. Sin dobles y sin red.

Un lugar de esos donde había fragua en medio de una de sus calles, y que, al desaparecer aquella, quedó convertida en la avenida de los estudios.

Un sitio de esos donde al mediodía, varios vecinos comparten sombra y banco, sosiego y conversación, dejando la luz del foco al otro lado de la pared.

Dos niñas

De vez en cuando, dos niñas cruzan corriendo el escenario y refrescan las partículas del aire que quema al resto del elenco sin ninguna clase de consideración.

Dos niñas. Las únicas del reparto en este pueblo donde el 80% de los actores supera ya los 60 años.

Un poco más allá, otra localización pide una oportunidad. Arroyo, con su iglesia del siglo XVI y su estrella margarita de piedra a ras de suelo.

La banda sonora de las campanas de Población suena automatizada a lo lejos. Son las dos de la tarde. Aquí ha recogido hasta el apuntador, y solamente ha dejado el banco y restos de sombras escondidas en los aleros.

Hay que parar el rodaje. Aún sigue sin llegar el guión de los años por venir. Aseguran que lo están escribiendo. Que es original. La historia de un pueblo dedicado a la agricultura y a la ganadería que en unos pocos años se queda casi vacío junto al cauce de un río seco. Pongamos que se llame Valdeginate.

Pasa el tiempo, y cuando todo parece perdido ocurre un milagro "todavía por decidir" y la gente regresa. Los jóvenes encuentran una manera de subsistir y el pueblo renace. Lo que se dice una "peli" con final feliz.

Cara y cruz de la moneda

Inés y Ana Quintanilla son las dos únicas que conviven con los mayores de Población

Texto y fotografía de Soraya de las Sías

Ana e Inés juegan en los columpios, junto a la iglesia.

Faltan pocos minutos para las ocho de la tarde, y los rayos de sol comienzan a rendirse, concediendo un respiro. Petra Tejerina, la vecina más longeva de Población de Arroyo -el próximo mes de octubre cumplirá 94 años- se prepara para salir de casa, para dar un paseo, para reunirse con otros vecinos y comentar algunos de los acontecimientos que han llenado los periódicos y los noticiarios de la televisión en los últimos días.

A escasos metros de la acera, se encuentra con Silvia Miguel, de 85 años, que apoyada en su bastón descansa a la solana. Ellas y otros vecinos que se dan cita cada tarde en los bancos de la plaza conforman el perfil demográfico de la localidad terracampina, con un elevado porcentaje de jubilados. «Por desgracia, solo quedan personas mayores. Los jóvenes no quieren saber nada del campo ni del pueblo, y se marchan a las ciudades. Es una pena», señala Silvia Miguel.

Aseguran que la vida transcurre cada vez más lenta y triste en Población, y que los únicos atractivos que hay en el calendario semanal son las reuniones diarias o las del domingo, después de misa. «Antes había más gente, se veía más movimiento. Los hombres iban y venían del campo, pasaban por la fragua para arreglar los aperos. Las mujeres se juntaban en el río Valdeginate o en el estanque de La Requejada para lavar la ropa. Había más alegría», matizan.

Son conscientes de que aquellos trabajos y sacrificios han desaparecido con el paso de los años, con nuevos servicios y comodidades, pero no les importa rescatarlos de la memoria si gracias a ello se olvidan por momentos de la difícil estampa que está dibujando la despoblación en esta parte de la provincia. «Tenemos que retroceder en el tiempo para disfrutar de las fiestas de San Pelayo, cuando los mozos bailaban y se divertían, cuando venía gente de los pueblos cercanos, Arroyo, Villanueva o San Román», matiza Silvia, mientras rememora aquella imagen de Carlos el de Galleguillos tocando el acordeón en las fiestas de Santa Águeda.

En bici hasta Ledigos

Estas referencias al pasado de las personas mayores son la cara amable y nostálgica de la moneda, que se contrapone al sabor amargo y vacío difícil de la cruz, a la sensación de soledad que acompaña a las dos únicas niñas que residen en el pueblo de forma permanente: Inés y Ana Quintanilla Misas, de 9 y 7 años, respectivamente. «En vacaciones nos lo pasamos bien porque vienen niños de fuera, vamos a las piscinas de Carrión o nos acercamos en bici hasta Ledigos por un camino, pero en invierno estamos solas y nos aburrimos», señala Ana.

Durante el curso pasan la mayor parte del día en Villada, más entretenidas, pero han de esperar al fin de semana para poder juntarse con otros niños. «Los sábados vienen dos amigas de Palencia, Ana y Patricia, y nos divertimos», apunta Inés, que quizás algún día también se entretenga con su hermana recordando a la solana sus aventuras de la niñez en Población de Arroyo.

Diferentes caminos

Población de Arroyo y Arroyo formaron muchos años atrás un único núcleo de población

Texto y fotografía de Soraya de las Sías.

En la época de los césares, la relevancia de Roma era tal que todos los caminos del Imperio conducían a la capital. Con el paso de los años y de la mano de la tradición oral, esta situación se acabó reflejando en un dicho popular que, lejos de hacer referencia a la preponderancia de la ciudad, representa la idea de que existen numerosos modos y maneras de llegar a un determinado lugar.

Las conexiones que dibujan las carreteras de titularidad estatal, regional y provincial en el mapa de la provincia palentina sirven para acogernos al refrán y señalar las posibles vías y trayectos que hay para llegar a Población de Arroyo.

A la localidad enclavada en la comarca de Tierra de Campos, cerca del Camino de Santiago, se puede llegar por la CL-615 desde Palencia hasta Carrión de los Condes, y desde allí continuar por la N-620 hasta Ledigos, que dista dos kilómetros escasos del pueblo en cuestión.

Se puede acceder también por la senda que parte de la capital y continúa por la CL-613 hasta llegar a Cisneros. Allí se ha de coger la carretera P-970, pasando por San Román de la Cuba y Villalcón antes de llegar al destino final. Pero, ¿por qué este trayecto? La elección no es azarosa, ya que supone llegar primero a Arroyo, el germen y el origen de esta historia.

Una vez visitada su iglesia parroquial, uno se acerca hasta las eras y desde allí divisa la estrecha distancia que le separa de Población. Un trecho que algunos historiadores afirman que antaño no existió, ya que aseguran que los dos pueblos eran tan sólo uno. Tan sólo un núcleo poblacional que, sin embargo, no reunió las fuerzas suficientes en la época de la incipiente industrialización y que se rindió en la batalla contra la marcha de población a los primeros focos fabriles de la periferia española.

Puesto secundario

A medida que algunos vecinos emigraban o fallecían, las casas y otras construcciones y propiedades quedaban cerradas, deshabitadas y abandonadas, hasta tal punto que muchas se vinieron abajo. Como consecuencia, los habitantes de lo que podría llamarse ‘barrio de arriba’ constituyeron otro pueblo denominado Población de Arroyo.

El hecho no es, al parecer, exclusivo de esta zona, pero no deja de ser curioso. Que Población adquiriera como apellido el nombre del primer pueblo, no denotaba un carácter ni un puesto secundario. Con el tiempo se ha comprobado que es, más bien, todo lo contrario, pues Población es el titular del Ayuntamiento, y Arroyo, el primero, no deja de ser una entidad menor dependiente de él.

En cualquier caso, lo que debe trascender de esta relación administrativa es que las relaciones entre ambos pueblos son buenas. Antes o después en el camino, da igual. Saben que todos los recorridos y paseos que se elijan, si se quiere, pueden llegar al destino final, que no es la relevancia de una ciudad, como en aquella época de los emperadores, sino la necesidad de detenerse a pensar en el futuro del medio rural, en el imperio del adiós.

PATRIMONIO ARTÍSTICO La iglesia de Arroyo conserva un buen ejemplo de empedrado   Empedrado en el pórtico de acceso a la iglesia de Arroyo. S.S./PALENCIA El recorrido por el patrimonio del municipio comienza con una visita a la iglesia parroquial de San Pelayo de Población. Se trata de un edificio sencillo construido en ladrillo y mampostería que no destaca precisamente por su riqueza en imaginería religiosa, descollando únicamente las tallas de Santa Águeda y de San Roque. El paseo continúa en Arroyo, en su iglesia parroquial. El templo, fechado en el siglo XVI, destaca por sus retablos barrocos y platerescos, por una virgen gótica y un Santiago Matamoros del siglo XV. Además, en el pórtico se conserva uno de los mejores empedrados de la zona, una roseta construida con cantos rodados, tejas y huesos.   CURIOSIDADES El rodaje de ‘Las ratas’ A la entrada de Población de Arroyo hay un pequeño mural pintado en la pared de una casa que hace referencia a uno de los acontecimientos que más calado ha tenido entre los vecinos en los últimos años. Se trata del rodaje en el pueblo de varias escenas de la película ‘Las ratas’, basada en la novela homónima del escritor vallisoletano Miguel Delibes. / S. S.

Sencillo y bien comunicado

Los vecinos agradecen la nueva televisión con TDT en el teleclub

EDUARDO PLAZA | POBLACIÓN DE ARROYO

Andrés, que cuida el pueblo, con Antonio.