El amigo del pintor
Florencio del Río Cabeza ha publicado un libro de la historia de Pozo y otro de Díaz Caneja
Soraya de las Sías / Pozo de Urama
Después de 30 años dedicados a la docencia, Florencio del Río Cabeza se prejubiló en el año 2000. Entre las razones por las que dejaba su puesto como director del colegio público de Ampudia, figuraba el delicado estado de salud de su esposa, que falleció un año después, víctima de un cancer.
Era un adiós anunciado que no impidió que Florencio se viera envuelto en una apatía y soledad más que aparentes, de las que logró zafarse gracias a sus inquietudes intelectuales. Empleó su tiempo libre en ayudar a su hijo con la tesis doctoral, indagando las pestes y epidemias que habían asolado la provincia en siglos anteriores. Acudió al Archivo Diocesano de Palencia en busca de datos, y allí, animado por varios amigos –entre los que figura el director del archivo, Francisco Herreros– cambió de parecer, y volcó sus esfuerzos en un nuevo proyecto: el rastreo de referencias históricas de su pueblo natal, Pozo de Urama. Así comenzó la particular aventura que rodea y envuelve su primer libro: ‘Villa de Pozo de Urama’, publicado en el 2003.
Tras contrastar libros antiguos y legajos, Florencio asegura en esta publicación la existencia de un castillo en el paraje Las Cascajeras, a un kilómetro del casco urbano. Un entorno elevado, de suelo pedregoso y desde cuyo montículo, conocido como el Alto de Santo Tomé, se divisa la llanura de Tierra de Campos, con vistas a varios pueblos de la comarca. «Es muy probable que allí existiera una fortaleza y de ahí la coincidencia de que la Virgen del Castillo sea la patrona de Arroyo, Villalcón, Cisneros y Pozo de Urama», asegura Del Río Cabeza.
Con los pobres
No esta la única averiguación que efectúa. Inmiscuido en los Libros de Fábrica y de Apeos de la Iglesia, y con la ayuda de Félix Cuadros, Florencio conoce el peso y poder que llegaron a ejercer antaño las cofradías y fundaciones en el pueblo. «Lo que ahora entendemos como cofradía, como ente o sociedad religiosa, no tenía nada que ver con lo que eran en el siglo XVI. La riqueza y capital que acumulaban se transformaban en compromisos y servicios a hospitales, peregrinos, pobres, viudas y desprotegidos. Algo parecido a un sistema de seguridad social y retribuciones de aquella época», explica.
En el libro añade también un extenso estudio del templo parroquial, de la contabilidad y de las propiedades de la Iglesia, además de un análisis toponímico y varias notas bibliográficas de los hijos ilustres de Pozo de Urama, como Dionisio Lasso, el padre Castro o José María Baños, que pasó de ser Guardia Civil a sacerdote.
A este recuerdo se une una breve reseña del pintor Juan Manuel Díaz Caneja, al que Florencio conoció como vecino y amigo,
y al que quiso dedicar un homenaje en el 2005 con la publicación de su segundo libro: ‘Caneja, pintor de su pueblo’.
El libro destaca entre la extensa bibliografía referida al referente palentino del cubismo porque en él Florencio no se detiene a analizar la trayectoria artística del pintor, sino a explicar el entramado de facetas que definieron a Juan Manuel como persona. De él relata sus estancias en Pozo de Urama, sus paseos por el campo, sus conversaciones en el poyo de su casa con el resto de los vecinos o sus tardes en las bodegas, compartiendo un trago de vino. «Era un enamorado de Pozo, de los paisajes castellanos», manifiesta el autor, que recupera una entrevista con su hermano, Ángel del Río Cabeza, para dar a conocer el carácter humilde y sencillo de su gran amigo Caneja.
A través del diálogo dibuja a una persona que almacenaba sus cuadros, «porque no era materialista»; que en más de una ocasión perdonó a los vecinos la renta que percibía por las fincas arrendadas, «porque no buscaba el dinero»; que siempre tenía un hueco para los suyos, «porque valoraba las raíces», y que ante el ofrecimiento de organizarle un homenaje en su pueblo, solo puso como condición ofrecer a los asistentes unas sopas de ajo, «porque era hombre castellano», puntualiza.
Un homenaje que por diferentes motivos no se ha llegado a celebrar en Pozo de Urama y que Florencio sigue reivindicando como un gesto de reconocimiento al pintor y de agradecimiento al vecino y amigo que siempre se mostró solidario con los suyos.
De momento, él ha sellado su compromiso de amistad con un libro en el que muestra la personalidad que Juan Manuel escondía tras aquella mirada fija y penetrante.
PATRIMONIO ARTÍSTICO
La iglesia alberga artesonados rústicos y el pozo de la plaza recoge el origen local
La iglesia parroquial de Pozo de Urama, dedicada a Nuestra Señora del Castillo, se construyó en ladrillo durante el segundo tercio del siglo XVII, aunque podría haber referencias de un edificio anterior, probablemente del siglo X.
Su planta se reparte en tres naves cubiertas con artesonados rústicos. Destacan además los retablos barrocos que hay repartidos por el interior del templo y la talla de una virgen gótica.
El recorrido por la localidad continúa en la plaza, reformada e inaugurada el año pasado. En el centro hay un pozo que da nombre a la localidad, que a su vez toma su apellido de un repoblador mozárabe que atendía al nombre de Abdurama.
TRADICIONES
En honor a San Antón
Los vecinos de Pozo de Urama festejan y honran a San Antón, cuya fiesta se celebra el 17 de enero. Tras la misa en la iglesia parroquial, tiene lugar la tradicional bendición de los animales. Posteriormente, los vecinos se reúnen en la plaza y organizan en el centro cultural una comida de hermandad, a la que acuden todos. / s. s.
ASOCIACIÓN
Cursillos y clase de gimnasia
La asociación cultural Virgen del Castillo agrupa a más de 80 socios, entre los que figuran hijos del pueblo que residen fuera. El colectivo organiza cursillos de entrenamiento de la memoria o clases de gimnasia de mantenimiento, además de otras actividades que programa con la ayuda del Ceas de Paredes de Nava. / s. s.
|
|