Lo que pide el corazón
El ex corredor Isaac Viciosa recuerda las anécdotas vividas en Cervatos de la Cueza, su pueblo natal
Texto y fotografía de Soraya de las Sías.
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Viciosa, en un homenaje que se le dio en Cervatos. / M. DE LA FUENTE |
Salió de su pueblo natal cuando tenía 14 años para continuar con sus estudios como interno en un colegio de León. Pero su ingreso en el centro educativo no le supuso el adiós ni la despedida a su pueblo, pues regresaba a casa los fines de semana que así se lo permitían, y en las vacaciones.
La vinculación que Isaac Viciosa mostraba entonces con Cervatos de la Cueza se mantiene hoy intacta, ya que el ex atleta sigue acudiendo con asiduidad –acompañado de su mujer y de sus seis hijos– para visitar a los suyos, a sus familiares y amigos. «Siempre digo que no voy a veranear al pueblo de mis padres, sino al mío. Es un ambiente tranquilo y muy sano para los más pequeños, que desde por la mañana están en la calle corriendo y jugando con total libertad», asegura Isaac, que recorre con los niños el casco urbano para relatarles algunas de sus anécdotas, «como cuando me caí con la bicicleta en tal sitio, o como cuando íbamos al huerto de fulanito o menganito para robar peras. Ya sabes, cosas que se hacían », bromea.
Pero Isaac Viciosa no siempre ha tenido la suerte ni la posibilidad de estar cerca. Durante su etapa como corredor estuvo algo más distanciado del pueblo por sus compromisos deportivos, especialmente en el verano, la época en la que se concentraban más carreras y campeonatos. «Como profesional, tenías que estar concentrado en tu actuación. Sin embargo, una parte tuya estaba en Cervatos, en las fiestas patronales de San Roque que te estabas perdiendo, o en aquella reunión familiar a la que no podías acudir. Se pasaba mal», apunta ahora Viciosa, aunque reconoce que, al final, siempre había un hueco para regresar. «Porque te lo pedía el corazón», agrega.
Trofeos y medallas
Y es que esa ausencia reforzaba el sentimiento de nostalgia y añoranza por el pueblo. Una pasión que, al mismo tiempo, se veía correspondida con infinidad de gestos de agradecimiento por parte de sus paisanos, que le organizaron más de un homenaje y de una reunión para felicitarle por su magnífica trayectoria, plagada de medallas y trofeos, de éxitos y reconocimientos.
«Dice el refrán que uno no es profeta en su tierra. Habrá que dudar en este caso de su acierto o veracidad», ironiza Isaac, que asegura que siempre se ha sentido arropado y querido por todos en el pueblo. Nunca, asegura, ha faltado una muestra de cariño, ánimos o aplausos. No sólo por los vecinos, sino también por las asociaciones y las corporaciones municipales que han estado al frente del Ayuntamiento.
En una ocasión fue una comida para todo el pueblo. Otra vez, una milla urbana. Con Agustín Vázquez como alcalde, se construyó el polideportivo que lleva su nombre, y con Heliodoro Herrero en el Consistorio, la calle en la que el ex corredor nació y en la que viven sus padres comenzó a lucir una placa con su nombre. «Tengo que estar muy agradecido por todo, porque son detalles que importan. Porque se llevaron a cabo cuando era atleta y supusieron un importante impulso para seguir adelante en una etapa en la que no las tenía todas conmigo, y en la que pensé más de una vez en retirarme del panorama profesional», manifiesta.
Un cúmulo de acontecimientos y sensaciones que le impiden pronunciar una palabra negativa cuando se refiere a Cervatos de la Cueza. Precisa que no es un pueblo que destaque precisamente por ser un magnífico conjunto histórico con grandes monumentos, aunque sí llame la atención su iglesia de estilo colonial. Tampoco ocupa, dice, un lugar privilegiado en los anales de la historia palentina, aunque en él hunda sus raíces el conocido general San Martín. «Pero es mi pueblo, del que estoy orgulloso. ¿Se podría decir algo más?», matiza Isaac, que confiesa que cuando está en la tierra no puede dejar pasar la oportunidad de decir que es de Cervatos. «La cosa cambia cuando estás fuera. Entonces te ves obligado a decir primero que eres de Palencia, a recalcar después que Palencia con P, y a señalar, finalmente, que de un pueblo que se llama Cervatos, cerca de Carrión y de Villada. Pero nunca me olvido de mencionarlo. ¡Faltaría más!», concluye Viciosa.
PATRIMONIO ARTÍSTICO
Un paseo por la iglesia parroquial, la torre mudéjar y el museo de San Martín
S.S./PALENCIA
El paseo por el patrimonio comienza en la iglesia parroquial de estilo colonial que mandó construir el embajador de Argentina Héctor D’Andrea en homenaje al general San Martín, libertador y forjador de esta patria sudamericana, y a su familia, naturales de Cervatos.
Aunque el edificio carece de valor histórico, en su interior se conservan algunas tallas, entre las que destaca una magnífica del Cristo Yacente que formó parte de la exposición ‘Apasionarte’. El paseo continúa con la visita a las ruinas de las antiguas iglesias de Santa Columba y San Miguel, la torre mudéjar y la casa-museo de los San Martín, vivienda tradicional remozada según la época.
ARQUEOLOGÍA
La villa romana de Quintanilla
Las entidades menores requieren de una visita. En Calzadilla aún se conservan restos de la vía romana Aquitana, por donde transitaban los peregrinos que venían desde la abadía de Benevívere hasta el monasterio hospital del Gran Caballero o de las Tiendas. Por su parte, en Quintanilla se puede visitar una villa romana, de los siglos II y III. / S. S.
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