Valía la pena intentarlo
La alemana Gabriele Rôhrkohl llegó a Salinas en el 2002 y se ha integrado como una vecina más
Soraya de las Sías
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Gabriele con sus perros en el jardín de su casa en Salinas. / S. Sías. |
Es una de las localidades de la Montaña Palentina que está experimentando un importante crecimiento urbanístico y poblacional. Salinas de Pisuerga ha aumentado su padrón municipal en los últimos años, con un ritmo de crecimiento anual del 15% y con un censo actual que supera los 360 habitantes, según certifica su alcalde, Julián Aguilar.
Entre esos nuevos pobladores que han llegado a Salinas y que han restaurado una antigua casa o la han adquirido de nueva construcción se encuentra la alemana Gabriele Rôhrkohl, que llegó a Salinas en el 2002. Durante años trabajó en la compañía aérea alemana Luthansa, volando por todo el mundo y conociendo multitud de países. Cuando llegó la hora de jubilarse, pensó, con su marido Klaus, que era la hora de viajar, de iniciar aventuras y experiencias, pero de otro tipo.
Su reto consistía entonces en poner a prueba su inteligencia, sus fuerzas y su resistencia al cambio. Decidieron marcharse a vivir al extranjero para comprobar si eran capaces de integrarse en un país distinto, de adaptarse a una lengua, un modo de vida y una mentalidad diferente a la suya. Y eligieron España.
Recorrieron a caballo el Camino de Santiago y a su paso por la provincia palentina, observando los mapas de la ruta jacobea, se detuvieron un momento en la zona norteña, atraídos por la cantidad de pueblos, montañas y embalses. Al poco tiempo, el matrimonio se acercó hasta la Montaña Palentina: Aguilar, Cervera, Guardo o La Pernía. Todos los rincones les atrajeron, pero Salinas les enamoró. «El paisaje nos atrapó. Es la otra cara de España. Es algo más que la playa, el sol y la fiesta nocturna», señala Gabriele, que además matiza que Salinas era el lugar idóneo para emprender su meta personal. «Era un pueblo pequeño donde no conocíamos a nadie, donde íbamos a estar solos y no en una comunidad alemana, como en Menorca o Mallorca», agrega Gabriele.
No se lo pensaron dos veces y compraron una casa, en la que se instalaron con todo su equipo, incluidos dos perros y un gato: Susi, Espea y Paquito, respectivamente. Poco a poco fueron conociendo vecinos y forjando amistades. «Nos acogieron perfectamente, nos han ayudado en todo lo que han podido. Se han portado fenomenal», agrega.
Se inscribieron en una academia para perfeccionar su español, con lo que consiguieron mejorar las relaciones y avanzar en su integración, hasta tal punto que el alcalde ofreció a Gabi –como la conocen allí– la posibilidad de formar parte de la plataforma de participación ciudadana para colaborar de la vida pública y consultar a los vecinos cuáles eran sus necesidades prioritarias en el desarrollo del pueblo. Después vino el ofrecimiento de ser la presidenta de la asociación de jubilados San Pelayo, organizando actividades lúdicas y culturales, programando excursiones, como la que realizarán en breve a San Lorenzo del Escorial.
Habían conseguido superar la prueba: eran unos vecinos más y había valido la pena intentarlo.
La victoria, sin embargo, no la pudieron festejar demasiado, pues Klaus falleció al poco tiempo. Gabriele perdió su bastión y apoyo más importante, su otro yo. «El invierno ha sido muy duro, me he encontrado decaída, nostálgica y débil, pensando en regresar a Alemania. Pero creo que a él le gustaría cumplir este reto, y no me iré, aunque sí pasaré estancias más largas con los míos», concluye la alemana.
El casco urbano acogerá en breve dos nuevas urbanizaciones
S.S./PALENCIA
Sus vecinos afirman que Salinas se ha convertido en una zona residencial de calidad. Las viejas casas perfectamente acondicionadas y las nuevas urbanizaciones han dado paso a una localidad con una estética muy golosa para los constructores y para los amantes de la esencia y el carácter de la Montaña. Pero el trasfondo que dejan los andamios, las hormigoneras y los albañiles es algo más relevante: es una apuesta clara por hacer de Salinas y de pueblos como Renedo de Zalima los analgésicos perfectos para el mal de la despoblación. «Este Ayuntamiento no dudará en seguir recalificando terrenos rústicos en urbanizables para dar cabida a nuevas urbanizaciones, como las que se van a construir junto a la travesía, y así atraer a nuevos pobladores», comenta el alcalde, Julián Aguilar.
Una hilera de casas y una completa lista de servicios básicos hace intuir que el futuro de este rincón de la montaña no está en la cuerda floja y no se tambalea.
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