Un visionario en una bicicleta
Manolo Viñas, de 65 años, es conocido como 'El Brujo' porque asegura que pronostica el futuro
LEONOR RAMOS
|
Manolo Viñas 'El Brujo', junto a su inseparable bicicleta. :: LEONOR RAMOS |
En los pueblos, todos los vecinos se conocen, pero siempre hay alguien que resalta sobre los demás, Así que da igual a quién preguntes, porque todos sabrán decirte quién es. Son generalmente personas que se caracterizan por su trabajo en favor del pueblo, por su bondad, por las increíbles historias que cuentan, o bien porque son ese tipo de vecinos que se implican activamente en todas las actividades locales. Manolo Viñas, de 65 años, nacido en Frómista, es uno de esos vecinos que todo el mundo conoce. Él mismo se denomina 'El Brujo', ya que asegura que pronostica el futuro. Manolo, que está encantado con su apodo, siempre circula en su bicicleta, «El Mercedes descapotable», como la denomina en tono divertido.
'El Brujo' es un hombre humilde, de larga barba blanca y mirada penetrante, de esas que dan la sensación de que te analiza en cada palabra que pronuncias. Nació en Frómista, en una casa de campo alejada del pueblo, y a los cinco años ya le llevaron a trabajar al campo. «Con cinco años, me vine a vivir con mis abuelos porque éramos muchos hermanos, nueve en total. Por entonces, comencé a ir con ellos a trabajar la tierra, aunque lo que hacía era sentarme y esperar tapado con una manta al calor de una hoguera», recuerda. Manolo estudió un año en la escuela, pero pronto tuvo que abandonar los estudios, «porque había que trabajar para rascar comida de donde se pudiese, y así poder comer», cuenta ahora.
Con 12 años, 'El Brujo' se trasladó a un pueblo cercano a Reinosa, donde estuvo dos años con una mujer a la que cuidaba las vacas. «Yo cogía los animales y me marchaba solo al campo. Después estuve trabajando cinco años de obrero en Frómista para un amo», explica. Se marchó posteriormente al servicio militar y, tras pasar por una fábrica de albañilería, en la que se vio obligado a viajar, con 33 años regresó finalmente a su pueblo para trabajar durante más de tres décadas en el Ayuntamiento, cuidando las calles y haciendo todo lo que le ordenaban. «No tenía horarios porque era yo el que me organizaba para que los jardines estuviesen bien cuidados y las calles bien limpias», indica 'El Brujo', quien pasó más de una noche trabajando, ya que también se encargaba del abastecimiento del agua. «Cuando había averías o fugas tenía que salir zumbando de casa para arreglarlo y que los vecinos tuviesen agua por la mañana», rememora.
Recoger la basura de Frómista fue otra de las tareas que desempeñó Manolo. «Daba igual el tiempo que hiciese, porque yo tenía que salir todos los días con la pala y recoger la basura, y claro, cuando hacía mucho frío y nevaba, se me formaban hasta chupiteles en la barba», relata entre risas. «Muchas veces pienso cómo podía hacer todo lo que hacía, porque me subía a los árboles, salía a la calle con grandes nevadas y trabajaba muchas horas al día, ¡y jamás he estado enfermo!», asegura. Han sido tantas las labores que 'El Brujo' ha tenido que desempeñar que ni tan siquiera le ha dado tiempo a casarse. «Hombre, nunca es tarde, pero la verdad es que yo soy bastante mañoso y no necesito a nadie», asegura.
Se jubiló el pasado año y echa mucho de menos su trabajo, aunque afirma que no se aburre nunca y que se levanta a las seis de la mañana. «Salgo pronto de casa y no regreso hasta la noche. Cojo mi 'Mercedes descapotable' y me recorro todo el campo de alrededor porque me encanta», indica. Manolo ha sido y todavía es un gran deportista, tanto que, como buen vecino de Frómista, recorrió el Camino de Santiago en bicicleta en 17 días, a una media de 50 kilómetros. Un día le robaron su 'Mercedes', pero por fortuna lo recuperó.
Montado en su bicicleta circula por todo el pueblo a diario para analizar lo que le rodea. Hay aspectos que no le gustan, y, como buen brujo que es, pronostica un futuro para Frómista algo incierto, eso sí, aunque a él nada le asusta. «He nacido en el pueblo y aquí me quedaré, porque yo vivo por y para Frómista», concluye tajante.
|