Villaturde

Los maizales como horizonte, como paisaje

Villaturde confía en la ejecución de varios proyectos para mejorar sus comunicaciones con localidades cercanas

Texto y fotografía de José Luis de Román González

Los maizales son a la vez paisaje y horizonte a ras de carretera, camino de Villaturde. Como un mar bíblico y verde se abre al paso y te conduce al otro lado, un par de curvas después. El trazado de esa carretera serpentea entre las casas, que se asoman con descaro al sendero, desde el principio al final.
Pastos frescos sembrados de ovejas se apartan sin molestar cerca de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, y los rebaños componen postales, como si posaran, pero ausentes, indiferentes a la cámara.

Casas en buen estado, casas viejas, casas antiguas con nueva piel, con vísceras recientes haciéndose un hueco entre recuerdo y recuerdo, pero sin echar de menos cualquier otra época.

Villaturde es cabeza del municipio, compuesto además por Villacuende, Villanueva de los Nabos y Villotilla, todos ellos algo más pequeños, pero de características similares. Dedicados por igual a la agricultura, de regadío, junto al arroyo Perionda, y de secano, y a la ganadería, tanto de vacuno como de ovino.

Y todos ellos con necesidades de infraestructuras vinculadas a las comunicaciones.

Entre los últimos proyectos llevados a cabo en el municipio destacan el arreglo de la carretera entre Villacuende y Villaturde, que será completado con la mejora del tramo que une a este pueblo con Villanueva de los Nabos.

Puente peligroso

Es una de la preocupaciones mayores en sentido literal. El puente que sobre el río Nuevo existe a la salida de Villacuende, en dirección a Villotilla.
Entre dos curvas cerradas, de una carretera estrecha, el firme vuela sobre el agua, pero sin protección alguna para los vehículos, que en alguna ocasión han ido a dar con su chasis en el fondo del cauce.
Ésta es una de la reivindicaciones planteadas por el ayuntamiento a las instituciones. Urge, a juicio de la actual alcaldesa, Adela Martínez, ensanchar la calzada en este tramo y proteger los laterales, para evitar más accidentes.

Asimismo, hace tiempo que Adela Martínez aguarda a que la Junta cumpla la promesa que un día personalmente le hiciera el presidente regional en relación con el asfaltado del camino que une a las localidades de Villacuende y Bustillo del Páramo, en el término de Villaturde, donde los maizales son a la vez horizonte y paisaje.

Entre 'villotos' y 'agileles'

La estrecha relación que mantienen los vecinos de Villotilla permite idear unas fiestas originales y divertidas

Texto y fotografía de Soraya de las Sías.

Los vecinos de villotilla ultiman los preparativos para la quema del 'villoto' en la hoguera.

El municipio de Villaturde está conformado por cuatro localidades: Villacuende -la villa del Conde-, Villanueva de los Nabos -la villa que producía nabos-, Villotilla -la villa en alto- y Villaturde -la villa de San Jorge-. Escondidos en la vega, entre los maizales, cada pueblo alberga su atractivo, desde la iglesia de Villanueva, que la carretera separa del casco urbano, o la vieja olma en la que los niños jugaban al escondite, hasta los caballos en una de las eras de Villaturde o la plaza de Villacuende dedicada a su hijo más ilustre, el doctor Ricardo Cortés.

En cada uno, hay algo que ver y disfrutar, aunque no sea relacionado con el patrimonio artístico o natural, aunque no sea algo tangible o material, como sucede en Villotilla, donde el mayor tesoro que esconden sus gentes no es otro que su carácter extrovertido y abierto. A la disposición que muestran siempre sus vecinos para organizar las fiestas de la Santa Cruz, que comenzaron ayer con un homenaje a los mayores, se unen el humor, la gracia y el desparpajo con el que animan cada actuación, desde la procesión de la antorcha hasta la quema del 'villoto', un muñeco de paja parecido a un espantapájaros que todos los años elabora Lucila León, y el baile del 'agilele', ideado por Jesús Salán, natural de la localidad y uno de los integrantes del grupo de teatro El Limbo. «Es lo más llamativo de la fiesta, porque participamos y nos divertimos todos juntos bailando agachados alrededor del fuego y corriendo después por las calles con los juegos de los 'civilotes'», señala Cándida Miguel, una de las vecinas que más se implica en los festejos.

Grandes y mayores son integrantes de la peña Ufo, que lleva 25 años funcionando, y son los encargados de 'dar las dianas' o el pasacalles, animados por la música de la orquesta El Tormento, con Lauriano al acordeón y Teodoro, al bombo. «Se va una por una a todas las casas, se levanta a los vecinos de la cama y se les pide una copita de orujo. Es muy divertido», agrega Cándida, que además apunta que tambien tienen un grupo de teatro, Llama Verde, que este año cumple su vigésimo quinto aniversario.

Los concursos, juegos y disfraces también son otros de los atractivos de las fiestas. «Los disfraces es lo mejor, porque hasta los mayores de 80 años tienen un humor infinito para rebuscar vestidos y artilugios con los que hacer bromas y parodias. Se monta buena juerga y te mueres de risa, es fabuloso, pero todo gracias a la unión que mantenemos», concluyen Faustina León y Saturnina Pérez.

Real y de ficción

La plaza de Villaturde lleva el nombre de su hijo más ilustre: el calígrafo Torcuato Torío de la Riva

Texto y fotografía de Soraya de las Sías.

Asistentes el pasado domingo al concurso de flautistas. / M. FUENTE

Pocas veces como en los últimos quince o veinte días habían sonado tanto los teléfonos. No dejaban de llegar llamadas procedentes de uno y de otro lado del país solicitando información de las fiestas de la Santa Cruz de Villotilla, y más concretamente del concurso de flautistas que se había programado para el pasado domingo día 16 para tratar de terminar con la plaga de topillos que invade los cultivos de secano y de regadío.

La iniciativa era tan original y llamativa como irónica y sarcástica. Gracias a ello y al sello personal e ingenioso de Jesús Salán, uno de los organizadores, se contó con una gran afluencia de público y de una cobertura mediática tremenda. Reporteros gráficos, periodistas y curiosos igualaban en cantidad a los concursantes, que, ataviados con disfraces y al son de la música, intentaban arrastrar hasta el río a personas disfrazadas de roedores, como ya lo hiciera en la ficción el joven protagonista del cuento que transcurre en Hamelin.

Bromas aparte con respecto a cómo ha sentado la iniciativa en la Consejería de Agricultura, sus promotores destacan que los objetivos del concurso eran animar a los vecinos en sus fiestas, demostrar el especial humor que están teniendo para afrontar un problema tan serio e intentar promocionar el pueblo. Sin más mofa.

Aseguran además que la meta se ha conseguido, pues hubo quien llegó, participó en el evento y aprovechó la jornada para conocer los alrededores. «Los periodistas tenían más prisa y se fueron. Pero hubo forasteros que se quedaron y se interesaron por la iglesia o por ver otros pueblos», confiesan los vecinos.

Así se acercaron hasta Villacuende, Villanueva o Villaturde, donde además de ver la iglesia, disfrutaron de un paseo por las calles y la plaza del Ayuntamiento, que lleva el nombre del hijo del pueblo más ilustre: el calígrafo Torcuato Torío de la Riva, nacido en la localidad el 1 de abril de 1759 y convertido décadas después en referente nacional en la enseñanza de la escritura.

Fue el encargado en aquella época de conciliar a los maestros escribanos que estaban enzarzados en una agria disputa por demostrar cuáles eran los métodos más idóneos para enseñar a escribir. Por un lado, los que defendían un acto mecánico que solo consistía en copiar el trazado de los manuscritos. Por el otro, los que creían que la escritura era algo más que una imitación y debía estar sujeta a unas reglas que fueran más allá que una correcta postura del cuerpo,movimiento de la muñeca y estilo para guiar la pluma.

Con sus estudios de gramática, sus principios de ortografía y la compilación de la doctrina de los mejores autores, Torcuato consiguió con su libro ‘El arte de escribir por reglar y por muestras’, publicado en 1798, poner de acuerdo a todos, algo decisivo de cara al futuro.

Por eso, hoy en día, estudiosos como Juan Carlos Galende o la portuguesa Ana Martínez Pereira, de la Universidad de Oporto, siguen analizando su aportación. Y también por eso, un ejemplar original de su libro puede alcanzar el precio de 2.800 euros en una librería de Sevilla que se promociona en Internet. Cifra nada fútil ni desdeñable teniendo en cuenta que su compendio real no fue tan conocido ni tuvo tanto gancho como el cuento de Hamelin.

Luchando por su futuro

El Consistorio exige la mejora de sus infraestructuras y aboga por una fábrica en Carrión para dar empleo

EDUARDO PLAZA | VILLATURDE

Varios niños de Villaturde.

En otro orden, cabe reseñar que el Ayuntamiento contaba el pasado año con una subvención de la Diputación Provincial de 70.000 euros para la realización de varias fosas sépticas y el asfaltado de calles, pero finalmente no ha llegado el dinero y el Consistorio debe volverlo a solicitar. Ese es el caballo de batalla de municipios como Villaturde. Sin ayudas, apenas disponen de recursos para hacer nada. Por ello, la alcaldesa continúa exigiendo el arreglo del tramo de carretera a la altura del puente sobre el río Nuevo, en dirección a Villotilla, ya que sus curvas cerradas y su escasa protección han provocado ya algunos accidentes. Martínez Miguel insiste en la necesidad de esta actuación, que lleva reivindicando varios años.

Al sol del membrillo

Los paisajes agrícolas de Villaturde y sus tres pedanías están inundados de maizales

GONZALO ALCALDE CRESPO | VILLATURDE

Torre y pórtico de la iglesia de Villaturde./ FOTOS DE GONZALO ALCALDE

No me había bajado del coche, y allí les vi, casi doblando con su peso las ramas de donde pendían, espléndidos, grandes y carnosos, absorbiendo a través de su limonera piel la luz del sol. Eran unos soberbios membrillos que en un huerto de Villaturde maduraban sin prisa, trayéndome a la memoria el cuadro inacabado de ese genio de la pintura que es Antonio López, en mi opinión el mejor pintor vivo que hoy tiene este país. Los cinéfilos, posiblemente, recuerden una película casi documental titulada 'El sol del membrillo' (1992), donde el director español Víctor Erice muestra el proceso de creación artística de un cuadro, en el que el mencionado artista pinta con su singular maestría los frutos de un membrillero que crecía en el patio de su casa.

La imagen que yo veía en ese huerto de Villaturde me lo recordó. También las fechas del año en las que estamos me trajeron a la memoria un refrán que dice: 'Ya en el veranillo, la madurez del membrillo', o aquel otro más viejo adagio que aseguraba: 'Espada, membrillo y mujer, si han de ser buenos, de Toledo han de ser'.

Villaturde no es Toledo y no se si allí se forjaron espadas, pero a la vista de la calidad de los membrillos, seguro que sus mujeres nada tendrán que envidiar a las de la capital castellano-manchega.
Al término de Villaturde, hoyestán unidas otras tres pedanías -Villacuende, Villanueva de los Nabos y Villotilla-, que se instalan en la feraz vega de la margen derecha del río Carrión, próximos a la ciudad de Carrión de los Condes. Entre las cuatro poblaciones, apenas superan los doscientos habitantes, que por siglos han vivido de la agricultura y de la ganadería.

Hoy, sus paisajes están inundados de maizales -la producción bandera de la comarca-, pues desde tiempos históricos estas tierras, que fueron de regadío, surcan infinidad de antiguos trazados de acequias sobre las que existían ordenanzas y reglamentaciones de origen medieval.

El sol, en los membrillos de Villaturde.Emeterio León Lorenzo, en su huerto de Villacuende.Plaza e iglesia de Villacuende, una de las pedanías de Villaturde.

Pequeñas huertas

Por esta razón, en muchas de estas poblaciones todavía existen espacios dedicados a pequeñas huertas. En una de ellas, me entrevisto con Emeterio León Lorenzo, un vecino de Villacuende que supera con creces los 70 años, aunque no los aparenta. Fue agricultor y ganadero, y pese a que ya está jubilado, me asegura que no puede parar quieto y que por eso sigue cultivando su huerto, aunque es consciente del dicho de la tierra que asegura que 'si quieres ver a un viejo muerto, cómprale un huerto'.

En su rotura, Emeterio León tiene plantado de todo -tomates, pimientos, berzas o cebollas,- y me quiere regalar algunos productos, pues dice que lo más bonito de cultivar un huerto es poderlo compartir con los vecinos, amigos y familiares. La verdad es que los tomates que anda recogiendo dan envidia, y además seguro que saben a tomate, pues me asegura que sólo emplea fertilizantes naturales. Le doy las gracias por el ofrecimiento, pero le digo que como tengo que seguir viaje, seguro que en el coche se me estropean, y sería una pena desperdiciar esos espléndidos frutos.

Como me he entretenido con este amable huertano, tan sólo les puedo contar que la iglesia parroquial de Villaturde cubre con cúpula su crucero. Que la de Villacuende tiene bóvedas de arista decoradas con yeserías barrocas, y que la de Villanueva de los Nabos está advocada a la Asunción de María. No ocurre lo mismo con la de Villotilla, que se dedica a Santo Tomás, acogiendo en su interior un interesante retablo mayor barroco y otro en el lado de evangelio, así como bellas yeserías en su púlpito.