Villamuera de la Cueza

Una puerta con gatera, un palomar...

Villamuera de la Cueza aguarda la colocación de un grupo de aerogeneradores en su término municipal

Texto y fotografía de José Luis de Román González

Una puerta de madera con gatera mira a la fachada del ayuntamiento, que sueña desde hace tiempo con un balcón. Entre ambos, una plaza con jardín con acacia con rosas dando olor a la siesta. Un tractor pasa inesperadamente verde arrastrando un remolque cargado de grano reciente. Algo alejado, un palomar ofrece los agujeros negros de sus tripas al sol. Está semiderruido, pero posee ese encanto del tapial a medio deshacer. La estética contenida del abandono, para quien la sepa apreciar. En la puerta, un gato.

A esta hora de la tarde, el teleclub vacío sabe esperar. Frente a una de sus mesas, Mariano Nestar, alcalde de Villamuera, habla con pasión de cada obra que se ha realizado en el pueblo, de la calle Mayor, de la fuente de los dos caños, de los proyectos que tiene en mente, de toda la gente que viene en verano a las fiestas de Nuestra Señora de las Nieves. De cuando se sacaron los contadores del agua fuera de las casas. «Esa fue una de las obras más importantes», asegura.

Mariano se detiene en el arreglo de la bóveda de la iglesia,
que se venía abajo y hubo que sujetar. Y ya piensa en el pozo
artesiano nuevo que encargará para el próximo año, porque el otro que había se arruinó.

Con el gesto de la mano cubre de brea algunas calles que hay que arreglar, y vuelve a acordarse del balcón que a su juicio le vendría bien al ayuntamiento, donde apenas si pueden sujetarse las banderas cuando las quieren ver volar. Parque eólicoVillamuera hoy dedica su actividad principal a la agricultura, con cultivos de cereal y extensas plantaciones de girasol, si bien en su día la ganadería tuvo mayor importancia. Ahora apenas quedan unas 1.500 cabezas de ovino distribuidas en varias explotaciones.
Por otro lado, el viento parece ser unos de los bienes preciados de esta zona. Así lo ha considerado una empresa productora de energía eólica, que tras varios años de pruebas, ha tomado la decisión de instalar en el término municipal varios aerogeneradores, en un proyecto en el que también se verán beneficiados
Cardeñosa de Volpejera y Villanueva del Rebollar, localidades próximas a Villamuera.
Entre las tres acogerán a más de cuarenta ‘molinos’, que según dicen serán los más grandes de España. El proyecto cuenta ya con los permisos pertinentes. Ahora sólo queda esperar. Aquí, en el teleclub, se aguanta bien. Otro gato acaba de atravesar la puerta.

El protagonismo de los veteranos

La asociación de jubilados anima la vida social de Villamuera ante la ausencia de jóvenes y niño

Texto y fotografía de Soraya de las Sías.

Seis mujeres de la asociación de jubilados muestran los trabajos realizados en los cursos de manualidades

Libros envejecidos, bandejas de cristal, óleos con paisajes locales, ramilletes de flores, tejas decoradas con todo tipo de detalles y una calabaza convertida en una original muñeca. Son algunos de los trabajos que han realizado las mujeres de la asociación de jubilados Nuestra Señora de las Nieves de Villamuera de la Cueza, que de un tiempo a esta parte, desde que la localidad se quedó sin niños, se han erigido en protagonistas de la vida social.

Dos días a la semana se reúnen en un local de la Cámara Agraria para participar en las clases de gimnasia de mantenimiento. Otra jornada la destinan al curso de manualidades y decoración, y aún les queda un hueco en su agenda para distribuir las sesiones de peluquería y pedicura que ofrece la Federación Provincial de Jubilados, o las charlas con los psicólogos y cursos de reactivación de la memoria que organiza el centro de acción social de Paredes.

No se quedan de brazos cruzados. No se resignan a ver cómo el pueblo muere lentamente sin hacer otra cosa que esperar la llegada del verano para albergar actividad y movimiento por las calles. «Si no fuera por esto, ¿qué íbamos a hacer en un pueblo tan pequeño en el que cada vez somos menos?», señala Esperanza Miguel, una de las socias del colectivo, mientras su hermana Inocencia apunta que gracias a estas actividades «estamos más entretenidas y animadas». La asociación, aseguran, ha contribuido a fomentar la convivencia entre ellas y a mantenerlas más unidas. Matizan, también, que los cursos se han transformado en una fuente inagotable de adornos y regalos. «Amigos y familiares aprovechan las fiestas o la semana cultural -donde se realiza una exposición con los trabajos-, para quedarse con algún recuerdo o pedir que les hagamos algún adorno para sus casas, como las tejas, que han gustado mucho», señala Amparo Figueroa.

Una semana cultural que este verano no se ha podido celebrar por diferentes motivos, pero que esperan retomar próximamente. No quieren perdérsela, como tampoco quieren que se olviden algunas tradiciones locales, desde San Blas hasta la fiesta de la Cruz de Mayo. «Se sube con una talla de la Virgen del Carmen en procesión, cantando y rezando hasta el alto de Carrutero, donde está la Cruz», relata la presidenta de la asociación, Jacoba Estébanez, que aprovecha ahora su intervención para solicitar un mayor apoyo económico de las instituciones para el medio rural, «para construir un local para la asociación o para llevar a cabo algunas obras, como la necesaria reparación de la iglesia», agrega.

Entretanto, mientras llegan esas obras, los villamuerenses esperan la puesta en marcha de varios aerogeneradores. «Se trata de un parque eólico que afectará también a Cardeñosa de Volpejera y Villanueva del Rebollar. Tenemos concedidos los permisos y esperamos que los molinos estén colocados antes de fin de año», explica el alcalde, Mariano Nestar Guerra, con la esperanza de que la rentabilidad económica que se espera de este proyecto medioambiental traiga de la mano la imagen más deseada: los niños jugando en la plaza, cogiendo de nuevo el relevo, el protagonismo.

Un emblema más

Los vecinos de Villamuera piden que se agilicen las obras de reconstrucción de la torre de la iglesia

Texto y fotografía de Soraya de las Sías.

Madrugada del día 8 de diciembre del 2006. Un estruendo se deja oír y sentir en Villamuera de la Cueza. Adormilados, los vecinos no se percatan de lo sucedido hasta el amanecer, cuando unos van avisando a otros de que la torre de la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves se ha derrumbado. La imagen desoladora. Una mole de piedra, de cascajos de ladrillo y teja, de maderelos viejos carcomidos y tierra irrumpe en el suelo de la plaza del pueblo, sobre la pista de baloncesto y las canastas.

Por suerte, no hubo que lamentar ninguna víctima ni ningún daño personal. El único afectado: el propio templo parroquial, que quejoso y resentido por el peso de los años ya había avisado con anterioridad que la debilidad y las deficiencias de su estructura en la torre del campanario y las humedades que padecía acabarían siendo un problema tarde o temprano. Y si no, al tiempo.

Nunca mejor dicho, porque, al parecer, la fuerte tormenta de viento y lluvia que azotó los primeros días de diciembre la zona en la que se enclava Villamuera, fue la principal causante de que todo se viniera abajo. Lástima que el temporal llegara antes que las ayudas prometidas desde las administraciones para llevar a cabo en este mismo año las procedentes y oportunas labores de refuerzo de la torre.

Defender el patrimonio

Lástima, rabia e impotencia sintieron después los propios villamuerenses que, arropados por el sacerdote de la parroquia, Elicio Franco Santos, constituyeron la Asociación de Amigos de la Torre sin otro afán que defender el patrimonio local y solicitar a la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial y el Obispado que agilizaran los trámites para llevar a cabo las obras de reconstrucción pertinentes para garantizar la estabilidad futura de todo el edificio religioso.

Transcurridos nueve meses desde el derrumbe, la imagen sigue siendo desoladora. Unas vallas y precintos vetan el paso al lugar del derrumbe, pero nada más. El otoño se avecina y con él las temidas lluvias que pueden hacer que el agua se filtre al templo por el frontal que ahora permanece descubierto, desnudo y despojado de protección.

Habrá que seguir luchando y alzando la voz para que el templo no corra la misma suerte que otras construcciones. Para que el abandono, el descuido y la dejadez no sean de nuevo aliados y firmen otra triple entente facilitando el derroque de los emblemas del medio rural.

Habrá que hacer algo más para que la iglesia no se venga abajo, como los corrales caídos que dan la bienvenida al viajero cuando llega de Riberos. Para que no se desplome ni desmorone, como el palomar circular de adobe y tapial con el que se topa el curioso cuando sale para la capital.

Porque la estampa que dejan no tiene una sola y única lectura de belleza fotográfica. El sello que deja la postal es el progresivo adiós a los pueblos y a su esencia artística más sincera.

Ilusiones de todo un pueblo

Los principales objetivos son convertir en carretera el camino a Carrión y potenciar 'la fuente'

EDUARDO PLAZA | VILAMUERA DE LA CUEZA

Fuente de la que mana un agua muy apreciada por los vecinos.

La segunda idea, respaldada por todos sus habitantes, consiste en la recuperación de 'la fuente', paraje situado en un oasis verde a las afueras del pueblo, con el fin de convertir ese espacio en una área de recreo que pueda disfrutar todo aquel que se acerque a esta villa de gentes sencillas. De la fuente mana un agua tan saludable, que incluso hay vecinos que sólo comen a gusto si es bebiendo ese agua. Sólo por eso, merece la pena acercarse y echar un trago.