Villalcázar de Sirga

Peregrinos al olor del lechazo asado

Villalcázar de Sirga apuesta por un criterio marcadamente social vinculado a las dotaciones para el municipio

Texto y fotografía de José Luis de Román González.

Es uno de los altos obligados en el Camino de Santiago a su paso por Palencia. Villalcázar de Sirga, o Villasirga, como se prefiera, se vuelve albergue, posada, sombra, descanso y alimento para el peregrino.
Su plaza se abre generosa, ancha y castellana en medio del pueblo. A ella llegan inevitablemente los caminantes, y en ella se sorprenden.
Por un lado, con la impresionante figura de la iglesia de Santa María la Blanca. Después, por el cuidado depositado en algunos elementos de la arquitectura tradicional, entre los que destacan el edificio del ayuntamiento y los dos mesones que han dado renombre y fama a la localidad.
En efecto, Villasirga es enclave esencial en el Camino de Santiago para los peregrinos, pero igualmente se ha convertido en apreciado lugar de peregrinación gastronómica.
Pablo ‘El mesonero’consiguió, con su buen hacer y su capacidad para convertir una cena en algo más, que la localidad se transformara en uno de los referentes de la cocina castellana en la región. Tanto es así que Pablo Payo se ganó el aprecio de propios y extraños, y el merecimiento del recuerdo plasmado en un monumento en su honor junto a ese mesón que fue su vida, en la plaza de su pueblo.

Hostelería
Aparte del albergue municipal con veinte plazas, Villasirga dispone de varios establecimientos hosteleros además de los dos mesones. Asimismo, cuenta con pastelería, panadería, tienda de recuerdos y una sociedad cooperativa agrícola.
La actividad principal sigue siendo la agricultura, con cultivos de secano, que se complementa con tres explotaciones ganaderas. El turismo viene a complementar en buena medida los recursos de la localidad, que plantea su futuro ligado directamente al desarrollo industrial que pueda tener en los próximos años Carrión de los Condes.
Al menos, es la opinión de su actual alcalde, Moisés Payo, quien durante el presente mandato ha tratado de mantener un criterio marcadamente social respecto a las actuaciones municipales, de entre las que destacan el arreglo del centro cultural y la construcción de un centro social.
Los peregrinos siguen llegando. Se detienen a descansar. Un suculento olor a lechazo asado se expande por la plaza.

Un gesto de humildad

Pablo Payo ‘El Mesonero’ ha sido el mejor embajador que ha tenido Villalcázar de Sirga

Texto y fotografía de Soraya de las Sías

Es irremediable. No se puede hablar de Villalcázar de Sirga, o Villasirga, como se prefiera, sin mencionar al Camino de Santiago y a Pablo Payo ‘El Mesonero’, el mejor embajador que ha tenido la localidad. Nacido en 1919 en el seno de una familia de labradores, su infancia y juventud transcurren en la localidad terracampina según los parámetros económicos y sociales de la época. Años más tarde decide casarse con Dominga Ortega y se traslada a vivir a Carrión, donde inicia sus primeros pinitos en la hostelería, al poner en marcha en 1948 la fonda ‘Pisarrosas’.

En 1965, coincidiendo con la celebración del año santo jacobeo, la Diputación de Palencia adquiere en Villasirga un antiguo pósito del siglo XVII y lo rehabilita como mesón, con el objetivo de mantenerlo abierto al público solo los meses del verano. «La idea era concedérselo después a un relevante empresario hostelero de la capital palentina, pero no fue así. El edificio pasó a ser del Ayuntamiento y mi padre se encargó de la cocina del mesón de Villasirga. Así comenzó todo», comenta Javier Payo, hijo menor de Pablo Payo.

Por aquel entonces, la hostelería era nula en el medio rural y el Camino de Santiago no dejaba de ser una vía espiritual, más que una ruta turística, como la conocemos hoy. Sin embargo, Pablo Payo luchó contra esta idea y fue el primero en unir la gastronomía a la ruta de peregrinaje. Era consciente de que el olor de las sopas albadas, de la morcilla y del tradicional lechazo atraerían al peregrino cansado de andar, ávido de un reposo y buena mesa. El camino estaba de racha y el negocio, viento en popa.

La afluencia de viajeros no era la misma en Carrión. El desvío de la carretera N-120 había provocado un descenso de clientes en la fonda Pisarrosas, que finalmente cerró sus puertas en la década de los años ochenta. Payo afianzó así su apuesta por el medio rural, abriendo otro mesón en Villasirga: Los Templarios. No dudó en quedarse en el Camino, en recibir con aquel atuendo medieval y aquel saludo hospitalario al peregrino, abriéndole las puertas de su casa en un gesto de sencillez y humildad.

Actores, políticos, periodistas y famosos han pasado por el mesón S.S./PALENCIA   El trato correcto, amable y cercano con el que Pablo Payo recibía a los peregrinos y clientes era la mejor carta de presentación de su negocio. Era la garantía para seguir atrayendo a visitantes y comensales. El boca a boca publicitaba mucho, pero había que hacer algo más. Por eso, emprendió una labor de promoción, dándose a conocer en la Feria del Campo en Madrid, en el V Centenario de las bodas de los Reyes Católicos y en otros eventos. La inversión económica no era en balde. El sacrificio y la dedicación de toda una familia tampoco eran gratuitos. El empresario recibía numerosos premios y medallas en reconocimiento a su trabajo y, lo que era más relevante, su mesón de Villasirga acogía a actores internacionales, como Shirley MacLaine o Anthony Queen; políticos de uno y otro bando, como Alfonso Guerra o Mayor Oreja; periodistas, como Carlos Herrera, o incluso al propio Rey Don Juan Carlos. Pablo Payo había conseguido aunar en el mismo punto del Camino a un gran elenco de personajes relevantes. Se había convertido en el protagonista indiscutible y había logrado con méritos propios recibir en 1990 el título de Mesonero Mayor del Camino de Santiago, otorgado por la Federación de Asociaciones del Camino de Santiago. Su excelente gusto, su saber hacer y su saber estar le habían granjeado un hueco de prestigio en la cocina de la región. Posteriormente, en el 2005, dos años después de su muerte, le han valido para contar con un monumento delante de su mesón. Sus cuatro hijos, José María, Pablo, Dolores y Javier, están ahora al frente de los dos mesones, continuando con la labor de su padre, con las comidas a la antigua usanza y luciendo orgullosos el sinfín de fotografías, recuerdos y agradecimientos que peregrinos de todo el mundo enviaron a su padre, Pablo Payo ‘El Mesonero Mayor del Camino de Santiago’.

Confitero en el camino

José Fernández Burgos encabeza la cuarta generación de confiteros de Villalcázar de Sirga, conocidos por sus almendrados y amarguillos

Soraya de las Sías

Los peregrinos del Camino de Santiago llegan a Villacázar de Sirga con las mochilas a cuestas buscando el albergue donde descansar de un largo trayecto que empieza a dibujar ampollas y llagas en sus pies. Junto a ellos, acuden a este rincón terracampino otro tipo de visitantes: aficionados a la buena mesa atraídos por el olor de una fama gastronómica que presenta al lechazo asado como la especialidad a degustar en los mesones que regentan los hijos de Pablo Payo ‘El Mesonero’. Se suman al grupo los que buscan un encuentro con la historia y el patrimonio, los apasionados del arte que se marchan con el compromiso de volver, de regresar para admirar de nuevo la soberbia belleza de la iglesia parroquial de Santa María la Blanca.

Tras la visita, emprenden un nuevo camino con un buen sabor de boca. El que les ha dejado su paso por uno de los reclamos turísticos de la localidad y parada obligatoria: el establecimiento de repostería La Perla Alcazareña, con una variada gama de dulces típicos .
El negocio lo regenta en la actualidad José Fernández Burgos, que encabeza la cuarta generación de una familia de confiteros, después de haber heredado el oficio de su padre, Daniel Fernández, de su abuelo y su bisabuelo. A ellos, especifica, es a quien corresponde otorgar el éxito de una trayectoria de más de 150 años. «Nuestro papel es, si cabe, secundario, porque ellos son los que empezaron, los que dieron con aquella receta artesanal y tradicional para elaborar nuestras tres especialidades: los almendrados, los amarguillos y las tartas de hojaldre», señala Fernández Burgos, que explica que la gama de productos que elabora en el obrador incluye también pastas, rosquillas, ciegas, mantecados y mazapanes.

El triunfo de sus dulces no esconde secreto alguno. No hay más trucos, asegura, que un proceso de elaboración minuciosamente artesanal y materias primas de calidad. Con esto, y con una mezcla de empeño, ganas e ilusión, salen del horno los amarguillos, que se deshacen finamente en el paladar, y los almendrados, cuya textura, acompañada de granillo de almendra, deja una crujiente sensación azucarada.

Entre sus clientes habituales figuran varios restaurantes de localidades de la zona, como Frómista, Amusco o Monzón, además de la propia capital. «A ellos se unen los clientes fieles del pueblo, vecinos y familiares, además de los propietarios del mesón. Han incluido nuestros dulces en sus cartas y menús y ayudan a promocionarnos. De hecho, algún comensal queda tan contento que después de comer acude al despacho para hacerse con varias cajas del producto», agrega el confitero.

Dos nombres

Los peregrinos, en cambio, manifiesta que no son asiduos compradores. «Los hay que sí, pero por lo general solo entran, echan un vistazo y adquieren mínimas cantidades porque aseguran que no pueden cargar con tanto telar para el viaje», explica José, que señala como anécdota que hay cantidad de extranjeros que llegan a la pastelería y preguntan por dónde se va a Villasirga. «Es el problema de tener dos nombres», bromea.

En cuanto al futuro del negocio y la posibilidad de que una quinta generación continúe con la tradición familiar, Fernández Burgos se muestra pesimista y reacio. «De momento no tengo hijos.

Si un día los tengo, no es que no quiera que se queden en el negocio, me encantaría . El problema es que esta actividad es muy dura, porque son muchas horas y todos los días. Es mucho sacrificio», matiza José, mientras especifica que con la colaboración del Centro Tecnológico del Cereal está gestionando los trámites necesarios para conseguir el sello de Alimentos de Calidad de la Diputación Provincial.
Una garantía que acabe de certificar la calidad de unos amarguillos que se deshacen en el paladar y de unos hojaldres con granillo de almendra que dejan una crujiente sensación azucarada en la boca mientras una piensa en regresar de nuevo a Villalcázar o Villarsirga, como usted prefiera.

Obras con un enfoque social

La nueva biblioteca potenciará el servicio cultural que ya posibilitan un aula y un centro cívico

Eduardo Plaza

Vincular las obras al carácter social del pueblo. Ese fue el objetivo que se propuso el equipo dirigido por el joven Moisés Payo al llegar a la alcaldía de su pueblo hace cinco años. Una de las actuaciones que ya está en marcha en esta materia es el impulso de una biblioteca. Actualmente, el Ayuntamiento está adquiriendo mobiliario adecuado y libros, tanto de lectura como de consulta, con el objetivo de que pueda abrirse después del verano. Para convertir esta iniciativa sociocultural en realidad, el Ayuntamiento cuenta con la colaboración de Caja España y precisará de personal voluntario para su atención. Esta biblioteca tiene previsto ubicarse en un local del edificio consistorial, que será acondicionado para tal uso al igual que se hizo con otra de sus dependencias, convertida hoy en aula social. En ella se llevan a cabo, entre otras actividades, catequesis, cursos de memoria o juegos de cartas. Mientras, el centro cultural, que también ha sido acondicionado, se utiliza para actos que requieren un mayor espacio físico, como pueden ser las clases de gimnasia y actuaciones teatrales o musicales.

Otra de las demandas vecinales es un mejor servicio de Internet. Villalcázar dispone de fibra óptica para el teléfono, lo que unido a la cercanía con Carrión, que sí dispone de ADSL, es motivo de confianza para que pueda conseguirse. «Queremos Internet a una velocidad razonable y a un precio adecuado, no cualquier cosa que está incentivando la Junta», matiza el alcalde, Moisés Payo.

Por otra parte, cabe reseñar el deseo de renovación del alumbrado, que con la ayuda de la Diputación empezará en la calle Real, y el inicio de los pasos para aprobar unas nuevas normas urbanísticas en este pueblo, que sigue siendo un hito en el Camino de Santiago y tiene en la hospitalidad de sus gentes su don más preciado.

Romeros y peregrinos

La iglesia de Villalcázar de Sirga, con su retablo del siglo XVI, es una visita obligada de los turistas

GONZALO ALCALDE CRESPO | VILLALCÁZAR DE SIRGA

Resulta que sin saberlo, el día que había escogido para visitar esta importante villa caminera de Villalcázar de Sirga, era la fecha en la que por allí conmemoraban la festividad de su patrona, la Virgen del Río. Por ello, antes de pasarme por el pueblo, me fui a visitar la imponente ermita que acoge a la mencionada imagen, que como su nombre indica se instala casi pegada a la margen derecha del río Ucieza, a medio camino entre Villalcázar y Arconada.

Este santuario mariano alcazareño cuenta con gran devoción por la comarca, por lo que son centenares los cofrades que asisten a la procesión que se realiza en honor a la Virgen, además de participar en la misa y romería que allí se celebran. Esta advocación es muy abundante por España, existiendo un buen número de santuarios dedicados a ella (Tarazona, Cáceres, ...). Villada, por ejemplo, también cuenta con una ermita dedicada a la Virgen del Río, aunque ya no está abierta al culto. La ermita de la Virgen del Río de Villalcázar de Sirga es un soberbio edificio barroco de una sola nave, con cúpula en el crucero y un camarín en la cabecera que fue edificado a principios del siglo XVIII. Como original de esta ermita, se tiene una artística escultura en alabastro que reproduce con gran realismo un busto del Apóstol Santiago vestido de peregrino, portando báculo y calabaza, y que hoy se puede ver en la capilla de Santiago de la iglesia parroquial de Villasirga.

En un pago cercano a esta ermita, el investigador Romualdo Moro publicaba en el año 1891 la localización de vestigios suficientes como para asegurar la existencia de una villa romana a la que acompañaban algunos restos de mosaicos.

Cuando llego a Villalcázar de Sirga, la presencia de romeros parece ser que va a superar con mucho lo previsto, pues por allí se ha dispuesto una carpa en la cual se ofrecerá paella a los asistentes. A todos ellos se sumarán también los numerosos peregrinos que he visto recorriendo el Camino de Santigo, quienes, con toda seguridad, harán una obligatoria parada para visitar la imponente iglesia parroquial de Nuestra Señora de Villasirga, o de la Virgen Blanca.

La enramada de los mozos

Antes de visitar este imponente templo gótico palentino, me acerco a ver la 'enramada' que los mozos solteros del pueblo han confeccionado este año en la puerta de la casa del mayordomo de la Cofradía de la Virgen del Río. Es costumbre que así se haga por la noche, antes de que amanezca, aunque los que me lo cuentan me da que no se han enterado de que ya lo ha hecho.

Para poderles contar algo de lo mucho y bueno que aloja la iglesia parroquial de Santa María la Blanca de Villasirga, es obligatorio que me entreviste con Jesús Fernández Gutiérrez, su apasionado párroco y mejor cicerone. Él es quien más sabe sobre este imponente templo, del que me asegura que durante todo el año recibe visitantes de los cuatro continentes. Mientras habla conmigo, hacemos tiempo hasta que lleguen un grupo de peregrinos suizos que vienen a contemplar esta maravilla del patrimonio artístico alcazareño. Él mismo es el que hace que fije mi atención en el soberbio retablo mayor del siglo XVI, cuyo centro lo ocupa la imagen de la Virgen Blanca. A través de esta obra, el maestro Alejo narra con sus veintisiete impresionantes pinturas hispanoflamencas la vida de Cristo, así como la de algunos otros santos.

Como es lógico, también visitamos la capilla funeraria de Santiago, donde se pueden contemplar los dos afamados y bellos sepulcros de piedra policromada de la primera mitad del siglo XIII. En ellos yacen el Infante don Felipe, hijo del rey Fernando III el Santo y hermano de Alfonso X el Sabio, y su segunda esposa. La risueña presencia de la bella imagen sedente de la Virgen de Villasirga les hace eterna compañía.