Una mujer muy querida
Emiliana Estalayo, de 93 años, vive en su casa de Espinosa donde recibe el cariño de su familia, sobre todo de una nieta
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Emiliana Estalayo, en la salita de su casa de Espinosa de Villagonzalo. :: LEONOR RAMOS |
LEONOR RAMOS
Nació en Espinosa de Villagonzalo, en la casa en la que ha vivido toda su vida, y no ha salido nunca de su pueblo, por eso quiere que la entierren ahí y que no la lleven a ningún otro sitio. Emilana Estalayo, de 93 años, es una de las abuelas de la localidad que todos admiran y que aprecian por su buen estar, su solidaridad y su simpatía. «En verano cuando salgo al patio de mi casa y pasa la gente, siempre se paran para hablar y disfruto mucho de las conversaciones», dice orgullosa. Vive sola en su casa de toda la vida, pero con matices, y es que Emiliana nunca está sola. Sus hijas -algunas de ellas viven en el pueblo- van a verla todos los días, la levantan de la cama, la asean, le hacen la comida y están continuamente pendientes de ella. «Es algo que agradeceré siempre, porque ellas me dicen que al igual que yo las cuidé, son ellas las que ahora tienen que cuidarme, y eso no se paga con nada», apunta.
«Tengo una nieta, Mónica, que hasta hace muy poco se venía todas las noches a dormir conmigo para que no estuviese sola», dice. Tiene una foto en su salita con su nieta. Ahora ya está trabajando fuera, pero cada vez que puede se escapa para estar con su querida abuela y pasar las noches pendientes de ella al otro lado de su habitación. «Ya no viene tanto como antes por el trabajo, tiene novio y está preparando su casa, pero vamos, a ella, la cama que tiene aquí no se la quita nadie», apunta. Muchas veces hasta su madre, la hija de Emiliana, le dice en bromas que quiere más a la nieta que a su propia hija.
Emiliana ha transmitido a toda su familia la importancia que tiene llevarse siempre bien y apoyarse entre todos. «Este año falleció un hermano mío, Emiliano, que nació dos años antes que yo el mismo día y siempre hemos estado juntos cada vez que podíamos», recuerda.
Desde muy jovencita empezó a trabajar porque su padre falleció en la Guerra Civil y eran tantos hermanos, seis en total, que Emiliana tuvo que echar una mano a su madre para sacar adelante a toda la familia. «Un mes antes de que mi padre falleciese, mi madre tuvo trillizos, pero tristemente fallecieron los tres», dice.
Ella no abandonó la escuela y antes de acudir a las clases se iba con su hermano a los pueblos de alrededor a vender la hortaliza que ellos cultivaban. «Madrugábamos, cogíamos un carro y nos íbamos por ahí a vender la hortaliza para conseguir algo de dinero», dice.
Diez céntimos para vino
Recuerda con mucho cariño a su padre, del que dice «era muy buena persona y muy religioso». Cuando Emiliana y su hermano regresaban de los pueblos con el carro, su padre les daba 10 céntimos para que se tomasen un vaso de vino y dos galletas en la cantina de Espinosa. «Él siempre nos decía que no tiene culpa el cuerpo de la mala venta», recuerda. Después de tomarse el vino, daban una vuelta por el pueblo y ya a casa a descansar y prepararse para ir a la escuela.
Se casó con 24 años, y como una más, le tocó ir al campo a acarrear y a todo lo que hiciese falta para ayudar a su marido. «Tuve seis hijos, cinco mujeres y un hombre, y de todos estoy muy orgullosa porque son muy buenos», dice. Ha sabido mantener unida a toda su familia y por eso ahora es tan querida no solo en el entorno familiar sino también en el pueblo. A cualquier persona que le preguntes por Emiliana en Espinosa siempre te dirán algo bueno de ella. «En mi pueblo todos son amigos y cuando se paran a hablar conmigo me da hasta por llorar de la alegría y de la pena de tener a tanta gente alrededor», afirma.
Goza de buena salud, aunque ya la edad va pesando y ya no tiene sensibilidad en las yemas de los dedos, pero aún así pasa muchas horas en su casa haciendo sopas de letras. «Me entretengo y ya he tirado algunos libros con todas hechas», dice satisfecha. La familia tiene una gran madre, abuela y bisabuela, y Espinosa tiene a una mujer de diez entre sus vecinos.
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