Mirador abierto a la Valdavia
Abia de las Torres reconvertirá ochocientas hectáreas de secano en terrenos para cultivos de regadío
Texto y fotografía de José Luis de Román González
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Abia de las torres, con su iglesia parroquial de Nuestra Señora de Asuanción. |
Con los pies en Tierra de Campos y la mirada en la Valdavia, Abia de las Torres (Avia) se eleva levemente en la llanura sobre un altozano que tiempo atrás quizá le permitió defenderse, pero que hoy le sirve para ver más. Para asomarse sobre la vega del río y descansar la vista en un horizonte de montañas.
Ese río, el Valdavia, recientemente encauzado a su paso por la localidad, le proporciona al término frescura y verdor, así como la posibilidad de cultivar gran número de huertas, distracción
esta general de buena parte de su población, la que hace cincuenta años superaba el medio millar de habitantes.
En medio del caserío se alza el cuerpo inmenso de su iglesia parroquial, en la que últimamente se han realizado diversas mejoras, pero que aún amenaza con una grieta que afecta a la bóveda principal, y que precisa de una urgente actuación de cara a evitar su posible derrumbe.
Cuenta Abia con varias asociaciones. Un teleclub destinado a los más jóvenes, el bar de la cooperativa San Isidro, la asociación de amas de casa y una sociedad de cazadores, que gestiona los recursos cinegéticos del coto de la localidad y que también dispone de tierras para arrendar y una chopera como fuente de ingresos.
Existe un taller de carpintería de aluminio y PVC en el pueblo, en el que se asientan además una granja avícola y dos fábricas dedicadas a la elaboración y envasado de miel. Una de ellas, Felya, con seiscientas colmenas, ubicadas en el norte de la provincia, y otra, Abiamiel, con unas doscientas.
Mucha miel
Algo de ganadería ovina y la agricultura de secano completan las actividades que fundamentan la mayor parte de la economía de las familias abienses.
Al igual que en otras zonas de Tierra de Campos, Abia de las Torres también tiene proyectada su reconcentración parcelaria, y la reconversión de un total de ochocientas hectáreas en terreno de regadío, lo cual le proporcionará una mayor seguridad respecto a las rentas de los cultivos, así como la posibilidad de que pueda generarse algo de mano de obra en el pueblo, a la vez que se beneficia el asentamiento de población.
Irremediablemente, uno regresa a la parte alta, junto a las bodegas, para asomarse de nuevo a la reja del mirador. Para intentar descubrir algún pico montañoso en el horizonte, más allá de esta vega que hoy lo ha llenado todo con un montón de hojas verdes.
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