Castil de Vela

Por la Tierra Media

El paisaje tácito que circunda a Meneses, Castil de Vela, Capillas, Belmonte y Villarramiel se pinta casi siempre sobre un fondo azul

GONZALO ALCALDE CRESPO / PALENCIA

Nos dicen los meteorólogos que el invierno está tocando a su fin, y todos hemos podido comprobar que los días van ganando horas de luz. Por eso, aprovechándonos de esta ganancia, voy a proponerles que este fin de semana se apeen un poco de la manta del invierno y se marchen a dar una vuelta por este extremo de la provincia de Palencia, ese esquinazo medianero que conforman las poblaciones de Meneses de Campos, Castil de Vela, Capillas, Belmonte de Campos y Villarramiel.

Cuando estén allí, entenderán perfectamente por qué a estas tierras se les denomina 'de Campos o Tierra Media', pues por muchos siglos en estos predios anduvieron a la greña los medievales reinos de Castilla y de León. Más todavía, ya que pueden verse rancias pintadas en algunas tapias y corrales, con aquello de 'León solo' o 'reino de León'.

Por el contrario, lo de Campos es mas fácil de entender, pues es el paisaje tácito que circunda a estas cinco villas palentinas, una llanada repleta de campos que desde que el mundo es mundo se pinta casi siempre sobre un fondo azul. Todo allí es infinito, hasta el mismo horizonte, tan solo roto por las espigadas siluetas de los templos parroquiales de los pueblos que vamos a visitar.

'Zigzagueando' por entre todas ellas discurre el último tramo del Canal de Castilla, el conocido como Ramal de Campos, que en Belmonte se despide de la provincia de Palencia camino de la ciudad vallisoletana de los Almirantes. Entre él y el pequeño río Anguijón, algunos años se conforma una húmeda toja, que acoge a un buen número de aves migratorias que allí pasan el invierno. Pero este año, no ha sido así, debido a la pertinaz sequía.

Un poco apartada del casco urbano del pueblo, se localiza la iglesia parroquial de San Pedro, cuya fábrica gótica sufrió importantes reformas ya en tiempos barrocos. Si nos fijamos un poco, veremos que en la cabecera del templo se conservan los restos góticos de la inconclusa capilla funeraria que allí quisieron edificar los Manuel, señores de la villa, y que no llegó a terminarse.
Casi sin movernos de su atrio, divisaremos la bella torre del homenaje del que fuera castillo-palacio de Belmonte, construido entre los siglos XV y XVI, pero del que tan solo sobreviven en pie parte de la barrera, restos del baluarte, sus bodegas, las mazmorras y un espectacular balcón que busca la luz del mediodía.

Vecino de Belmonte se localiza Castil de Vela, un viejo lugar donde podremos intuir las ruinas de la que fuera su fortaleza, así como su iglesia parroquial dedicada a San Miguel Arcángel, que, aunque es un sencillo edificio barroco, atesora en su interior media docena de retablos con obras escultóricas de algunos de los mejores artistas riosecanos de la época, como Francisco Sierra, Manuel Benavente y Gabriel Pérez.

Una rectilínea cinta de asfalto nos llevará hasta la pellejera Villarramiel, donde fueron famosos los maestros 'pelaires' (cardadores de lana), así como sus tejedores e hiladores de estameñas, cordellates y cariseas, y los reconocidos fabricantes de pergaminos y baldeses, de los que se surtía la Chancillería de Valladolid.

El cariñoso y familiar apelativo de 'pueblo de los pellejeros', como se conoce a Villarramiel, hace clara alusión a estas tradicionales e industriosas formas de vida, así como el dicho popular 'en Villarramiel, todos pellejeros, y el cura, también'. Pero Villarramiel también es famosa por sus chacinas de cecina de equino (tariles), producto gastronómico conocido popularmente como el 'jamón de Campos', así como por sus afamadas ferias y fiestas de San Bartolomé. Sin embargo, para disfrutar de ellas tendremos que esperar hasta agosto.

Si nos damos una vuelta por el casco urbano de Villarramiel, veremos en sus amplias y diáfanas calles excelentes edificios modernistas, característicos de la arquitectura burguesa del siglo XIX, entre los que destaca el conocido como Hospital de Doña Blasa, que hoy ejerce como residencia de la tercera edad. Y no muy lejos de él, la iglesia parroquial de San Miguel, con portada renacentista, aunque el resto de la fábrica es neoclásica.

Seguiremos el camino por este rincón terracampino y a escasa distancia nos encontraremos con Capillas, donde volveremos a toparnos con el cauce del Canal de Castilla, pegados al que se localizan algunos de los más originales palomares de esta parte de la Tierra de Campos palentina, así como una de las puertas de muralla medievales más grandiosas y mejor conservadas de toda la provincia de Palencia. Sobre su rotundo y apuntado arco, hoy se instala la Casa Consistorial, y frente por frente a ella, también se puede contemplar la fuente o Caño del Obispo, que mandara construir Francisco Blanco de Salcedo, hijo de la villa que llegó a ser arzobispo de Santiago en 1576.

Por otra parte, la iglesia parroquial de San Agustín nos mostrará excelentes representaciones de la mejor imaginería sacra terracampina, destacando el retablo de la capilla de San Antón, obra de los Balduque (Juan Mateo, Pedro y Andrés) del siglo XVI, así como la imagen de alabastro de la Virgen y el Niño de Juan de Juni.

Y para dar fin a este primer viaje, un buen lugar lo es la histórica villa de Meneses de Campos, cuna de doña María de Molina -la que fuera esposa del rey Sancho IV- y lugar solariego de toda una estirpe de magnates terracampinos, los Téllez de Meneses, en los cuales se llegó a fijar hasta el mismo Lope de Vega. De todo esto y mucho más, nos podría hablar por los siglos que lleva allí la castrense torre defendida con almenas y matacanes de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Tovar, cuya construcción se fecha en el siglo XVI, aunque conserva todavía restos románicos del siglo XII.
 

Todos a una como en Fuenteovejuna

La vida de Castil gira en torno a las actividades de las tres asociaciones que existen en la villa

SORAYA DE LAS SÍAS / PALENCIA

Ruinas del castillo, a la entrada de Castil de Vela. / soraya de las sías

La primera estampa con la que uno se topa cuando llega a Castil de Vela por la carretera de Villarramiel son las ruinas de lo que en su día fue un castillo. La primera idea que viene a la cabeza es que se trata de una localidad que, como otras tantas en la provincia, ha sufrido el paso del tiempo y la pérdida de población.

No quiere decir que Castil no comparta esta situación, pero sin duda se trata de una localidad curiosa y original, ya que con menos de cien habitantes tiene tres asociaciones: la de amas de casa, la de jubilados y la del centro cultural o teleclub, que son los ejes por los que gira la vida social del pueblo.

Pero aún hay otro elemento que hace a sus vecinos más singulares: la unión palpable y visible que hay entre sus vecinos, a los que se les podría aplicar la famosa frase de ‘Todos a una, como en Fuenteovejuna’, con la excepción de que aquí la unión no se debe al derrocamiento del poder establecido, como en la obra de Lope de Vega, sino a la mejora de la calidad de vida, ya sea a través de la limpieza de las calles, el acondicionamiento de parques o los meros recados que se hacen unos a otros para evitar viajes a la capital.

La asociación de amas de casa tiene casi cuarenta socias y su actividad principal es la organización de una semana cultural durante el verano, en la que hay cuentacuentos, música, teatro, juegos y una merienda comunitaria de los vecinos.

La asociación de jubilados reúne a más de treinta vecinos, a los que a través de la Federación de Jubilados y Pensionistas se les ofrece talleres de gimnasia y manualidades, servicio de podólogo y excursiones, como la que tienen prevista al balneario gallego de La Toja durante la próxima primavera.

Los dos colectivos han decidido aunar esfuerzos y van a intentar unificarse para compartir gastos y completar la oferta de actividades que prestan a los vecinos. De momento, ya disponen de un local en la iglesia para sus encuentros, siempre después de haberse reunido con los demás vecinos a jugar a las cartas en el centro cultural o teleclub y disfrutar de una divertida tarde.
 

Clara Pérez Asociación Amas de Casa	Trinidad Muñoz Asociación Amas de Casa	José Álvarez Asociación de Jubilados	Trinidad Muñoz Asociación Amas de Casa	Marino Pérez Asociación de Jubilados
«La actividad de las asociaciones es fundamental para este pueblo»	«Si hay algo en Castil es por la unión de todos los vecinos»	«Las instituciones deben hacer un mayor esfuerzo en los pueblos»	«No cambio por nada la vida tranquila y cómoda del medio rural»	«No importa que seamos pocos, lo que vale es que estemos juntos»

Vehículo de promoción

Jesús María Pérez da a conocer Castil con los campeonatos de motocrós que organiza

SORAYA DE LAS SÍAS / PALENCIA

Hace poco más de un año el reportaje de Castil de Vela de esta sección llevaba por título 'Todos a una, como en Fuenteovejuna', utilizando la obra de Lope de Vega como sinónimo de la unión que reina entre los vecinos, más concretamente entre los que dirigen las tres asociaciones (cultural, amas de casa y jubilados), encargados de dinamizar la vida social del pueblo.

Aquel título podría servir de nuevo en esta ocasión, pues la estrecha relación y colaboración que mantienen sus habitantes, el Ayuntamiento y los aficionados al deporte, con Jesús María Pérez al frente, es lo que ha permitido que Castil de Vela sea conocido por sus campeonatos de motocrós.

En la localidad hay dos circuitos. El primero, La Laguna, es municipal, propiedad del Ayuntamiento, y se construyó en la década de los noventa teniendo como escenario el casco urbano, dejando por delante adrenalina y una inmensa galería de fotografías donde la habilidad de los pilotos se funde con las estampas propias de Tierra de Campos, con los campos de cereal y los palomares como principales testigos.

El segundo circuito, ubicado cerca del Canal de Castilla, a escasos dos kilómetros del pueblo, es privado, propiedad de Jesús María Pérez, ganador de competiciones regionales de motocrós y primer clasificado en varias ocasiones en pruebas libres del campeonato nacional. «Empezamos a construir el circuito hace tres años y aún seguimos acondicionándolo, ya que los 16 socios que estamos detrás de este proyecto pretendemos que sea uno de los circuitos mejor equipados, totalmente vallado y con sistema de riego permanente», explica Jesús María, que matiza que su intención es buscar el apoyo de las instituciones para conseguir mejorar las instalaciones. «El Ayuntamiento colabora en todo lo que puede. El problema es que las arcas municipales de un pueblo tan pequeño no disponen de tantos fondos, por lo que pretendemos buscar el apoyo de la Diputación o de la Junta para seguir con más obras».

Nuevos proyectos

Este circuito se utiliza en la actualidad para realizar entrenamientos. Hasta él llegan pilotos de Valladolid y Palencia que se ponen a prueba sobre las motos, especialmente en una de las pruebas más duras, enduro indoor, con varios obstáculos. «El pasado verano organizamos el primer campeonato de motocrós de Tierra de Campos, con un buen resultado de participación, con pilotos llegados de distintas provincias. Ahora esperamos que este año el circuito acoja campeonatos provinciales y regionales», anuncia Pérez, deseando que estas pruebas sirvan para promocionar su pueblo. «Creo que tanto el Ayuntamiento como los vecinos ven con buenos ojos esta actividad. Puede ser un revulsivo para Castil», concluye Pérez.

Sin duda estas competiciones pueden ser un buen vehículo de promoción para que se dé a conocer Castil de Vela y algunas de sus leyendas, como la de la casa blanca de los segadores o la del reloj de oro que perdió el marqués, recopiladas por el vecino Francisco Delgado Sahagún en la revista comarcal La Solana, que se edita en Villarramiel.

Movidos por el asociacionismo

Castil cuenta con tres asociaciones de mujeres, jóvenes y mayores, que esperan ilusionados la creación del nuevo centro de servicios múltiples

EDUARDO PLAZA

Nada más llegar a Castil de Vela uno tiene la sensación de que se puede vivir bien en un pueblo así. ¿Por qué? Por la limpieza de sus calles y casas dentro de la austeridad de la comarca de Tierra de Campos. También llama la atención la Casa Consistorial, que es relativamente nueva –de 1994– y suele ser tomada como ejemplo de ayuntamientos de nueva construcción en pueblos similares en cuanto a población y extensión.

Precisamente este edificio municipal dispone en su parte baja de un porche cubierto que sirve para albergar diversas actividades sociales, culturales y festivas, como las propias verbenas de las fiestas patronales –el popular baile–, en las que los vecinos y visitantes se resguardan del fresco en este sotechado mientras los sufridos músicos tocan los pasodobles.
Sin embargo, esta infraestructura no es suficiente para cubrir las necesidades de los castilenses. Y más teniendo en cuenta las tres asociaciones que trabajan en este municipio y que engloban a todos los colectivos: la Asociación de Mujeres Casvel, que organiza entre otras actividades la semana cultural en julio y agosto; la Asociación de Jóvenes San Miguel, que mantiene abierto un centro de reunión; y la Asociación de Jubilados y Pensionistas.
Todos ellos requieren una dotación que les permita mejorar la realización de sus actividades. Por ello, el Ayuntamiento de Castil de Vela ha dado los pasos necesarios para la creación de un centro de servicios múltiples, pero requiere de la indispensable colaboración de las administraciones. Por un lado lado, la Diputación aportará 55.000 euros dentro de los denominados Planes Provinciales y, por otro, la Junta de Castilla y León lo financiará con 30.000 euros.

La ilusión del alcalde es que el edificio pueda inaugurarse el próximo 29 de septiembre, coincidiendo con la celebración de las fiestas patronales en honor de San Miguel Arcángel.
La nota negativa en este futuro prometedor para Castil viene por la pérdida de una docena de habitantes en los dos últimos años, y algunos de ellos de mediana edad, lo que ha supuesto un duro golpe para sus habitantes. Son circunstancias trágicas que se añaden a los efectos de la despoblación.

Sin embargo, también hay mimbres para la esperanza. Como la que da la llegada al pueblo de una familia ecuatoriana que se asentó en Castil hace unos años –se empadronaron en junio del 2005– y trabajan como obreros de ganado ovino.

Además, la familia vio incrementar sus miembros el pasado mes de octubre con el nacimiento de un bebé que pronto se sumará a los actuales siete castilenses en edad escolar.

Lo dulce de Castil de Vela

El Cristo de la ermita de Villalinvierno gozó de mucha devoción por la comarca

GONZALO ALCALDE CRESPO / CASTIL DE VELA

Del que fuera el antiguo castil (castillo) de don Vela, que diera nombre al lugar, ya casi nada queda en el pueblo, si exceptuamos unos rudos paredones que dominan una pequeña elevación sobre el casco urbano de este pequeño municipio terracampino. Algunos asocian estas ruinas de Castil de Vela con el lugar solariego de los regicidas conocidos como hermanos Vela (Rodrigo e Íñigo). De ellos habla la Romanza del Infante García, al que dieron muerte en León el mismo día de su boda en el año 1029, y que luego serían quemados vivos dentro de una jaula de hierro delante de las puertas del Castillo de Monzón.

Probablemente, el Vela de Castil nada tuvo que ver con aquellos hechos romanzados, ya que ni la misma historia tiene muy claro que los descendientes de ese antiguo linaje castellano establecido en Álava fueran responsables de los mismos. Pero la romanza es trágica, y por lo tanto atractiva, por lo que daría mucho juego para montar alguno de esos saraos festivo-históricos tan de moda ahora en muchos pueblos.

Hasta que esto ocurra, les recomiendo que si pasan por Castil de Vela no dejen de darse una vuelta por cualquiera de las dos orillas del buen tramo del Canal de Castilla que atraviesa su término. También les sugiero que se desvíen a ver la ermita del antiguo despoblado medieval de Villalinvierno, cuyo Cristo gozó de mucha devoción por la comarca.

O si lo prefieren, visiten la iglesia parroquial de Castil, que está dedicada a San Miguel Arcángel, y que es un edificio barroco construido en ladrillo y tapial, cuya única nave se cubre con bóvedas de arista, salvo en el crucero, que lo hace con cúpula. Más de media docena de retablos acoge el templo, dentro de los que pueden verse obras escultóricas de algunos de los mejores artistas riosecanos de la época, como Francisco Sierra, Manuel Benavente y Gabriel Pérez.

Como andar por la sirga del canal y ver tanto arte seguro que les dará sed, tampoco dejen de pasar por el teleclub de Castil de Vela, donde amablemente les atenderá Idalina Tridade o su hija Jennifer Lourenzo. Son dos simpáticas vecinas de Castil de origen luso que llevan residiendo en este país más de treinta años, y que con la dulzura que caracteriza al portugués, te darán toda clase de explicaciones sobre el pueblo.

Eso hicieron conmigo, pues me informaron donde podía localizar al alcalde del pueblo José Manuel Pérez, y hasta su bodega me fui, pues allí estaba disfrutando de la mañana dominical con unos amigos. Mientras me enseñaba su acogedor 'santuario', me fue desgranando una serie de proyectos que tiene para el pueblo, como la iluminación de la iglesia parroquial y la mejora del local de servicios múltiples del pueblo. Además, me informó que existen tres asociaciones culturales: la de San Miguel, la de jubilados y pensionistas, y otra que se denomina Casbel, que organiza representaciones teatrales y la semana cultural de la villa.

Haciendo pandilla con él y otros más, también estaba Carmelo de la Torre, propietario de una pequeña pero afamada empresa de repostería artesanal conocida como Lagermy. Lleva en Castil de Vela cien años (tres generaciones) endulzando con el buen hacer de su obrador la vida del pueblo y las de otros de alrededor (como Villalón o Villarramiel), incluida la de este 'correpueblos', que tuvo el placer de probar sus mantecados bañados. Y sobre todo, las pastas de almendra, una delicia y exquisitez de lo que es la buena repostería tradicional de esta tierra, que sería una pena que se perdiese. Y me temo que eso ocurrirá, pues me dice Carmelo que no tiene quien le siga en este dulce oficio.