Grijota

Miradores al infinito

Autilla del Pino permite entender la amplitud e inmensidad de la comarca de Tierra de Campos

GONZALO ALCALDE CRESPO/ PALENCIA

Si quieren hacerse una buena idea de la amplitud e inmensidad que representa la diáfana comarca castellanoleonesa de la Tierra Campos, hoy les voy a proponer que se desplacen a la pequeña población de Autilla del Pino, que dista poco menos de diez kilómetros de la capital palentina. Desde este balcón natural, podrán admirar la rasura horizontal e infinita de estos campos de tierra que tan bien y críticamente describiera Jesús Torbado en su libro 'Tierra mal bautizada' (Ámbito 2001).

Me contó hace unos años un viejo del lugar que a la Tierra de Campos «la hizo Dios así de plana para tenerla siempre vigilada», y no se equivocaba, pues solo desde este imponente mirador de Autilla se divisan más de veinte poblaciones desperdigadas por la infinita inmensidad de esta estepa cerealista.

Pero Autilla del Pino no es solo el mirador, es también un pueblo, y un pueblo vivo que mantiene todavía a un buen número de sus habitantes y a otros que allí han instalado su segunda vivienda.

Siempre nos merecerá la pena darnos una vuelta por sus afamados merenderos instalados en las bodegas-cueva de su cuesta, visitar el arco de la antigua muralla junto al Ayuntamiento o la iglesia parroquial de la Asunción, así como acercarnos hasta las eras del pueblo para ver la ermita o las singulares casetas cupulares edificadas en piedra seca.

Pero si desde este mirador de Autilla nos echásemos ladera abajo, poco tardaríamos en toparnos con Villamartín y su pedanía de Revela de Campos. Allí nos esperan en las eras algunos de los que fueron los más grandiosos palomares tradicionales de la provincia de Palencia, aunque hoy algunos ya están en ruinas y rodeados de escombros y basura.

Desde allí divisaremos la espada de la iglesia parroquial de El Salvador, y no lejos de ella, la fachada barroca del palacio de los Martín-Ovejero, que sigue esperando a convertirse en establecimiento hostelero.
No muy lejos de Villamartín, anda Grijota, por donde pasa el Canal de Castilla, que se parte en dos en El Serrón y se pone a hacer espumas en las esclusas 29 o en la de la fábrica de harinas de La Treinta, ya que antes se ha hecho volandero al discurrir por encima del acueducto del Puentecincojos.

Dándonos una vuelta por la villa, veremos que las que en otro tiempo fueron las eras de este pueblo de panaderas, hoy están ocupadas por chalés, un campo de golf y piscinas, pero la que sigue inamovible y plantada en la Plaza Mayor es su iglesia parroquial de la Santa Cruz, así como la sencilla ermita protogótica de Nuestra Señora de los Ángeles, con su ajardinado parque.

Desandando lo andado, buscaremos el camino de Mazariegos, y no para conocer a su afamado herrero, que ya no está allí porque perdió el oficio, sino más bien para intentar encaramarnos a la torre-mirador que se ha levantado en la que fuera antigua estación del maltratado y expoliado ferrocarril de vía estrecha del Secundario de Castilla, que en este pueblo de Mazariegos tenía apeadero, y que es otro excelente mirador al infinito de estas tierras de Campos.

Si lo conseguimos, desde esta atalaya artificial divisaremos perfectamente la superficie lacustre de la próxima Laguna de La Nava, así como a las numerosas colonias de aves acuáticas que allí residen, pues nadan mejor que vuelan. Eso sí, sirviéndonos de un telescopio que se ha instalado en la parte más alta de la plataforma. En cambio, para ver la imponente fábrica templaria de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción no necesitaremos ningún aditamento, pues la veremos orgullosa sobresaliendo por encima del casar de la villa.

Ahora, para ubicar Autillo de Campos, punto final de este recorrido, sí que volveremos a necesitar un catalejo o unos prismáticos, y eso que los que sabemos situarnos en esta inmensidad rasa de la Tierra de Campos no tendríamos mucha dificultad para localizar la imponente torre exenta de cuatro cuerpos de su iglesia parroquial de Santa Eufemia. Un curioso edificio neoclásico del siglo XVIII, que se ha pretendido también que ejerciese como mirador sobre esta parte de la Tierra de Campos, lo que por ahora no se ha conseguido.

Visitar este templo siempre merecerá la pena, pues por allí dicen que queda memoria de un ilustre hijo de la villa, Francisco de Reinoso, abad de Husillos y posterior obispo de Córdoba, al que los cordobeses responsabilizan de que una buena parte de la conocida mezquita andalusí desapareciese para dejar espacio a la actual catedral renacentista, cosa que no parece del todo cierta, aunque ya en aquel tiempo alguien sí criticó el hecho y manifestó a Carlos V aquello de «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes».

Recomendaciones ineludibles

En Autilla del Pino: Su mirador, las bodegas-cueva y los mesones que en ella se instalan, la puerta de la muralla y las casetas de piedra seca.
En Villamartín de Campos: Un paseo por las eras para ver los palomares y visitar la fechada barroca del palacio de los Martín Ovejero.
En Grijota: Las esclusas de El Serrón o de la Fábrica, un paseo por el Canal y visitar la ermita románica.
En Mazariegos: La torre mirador y la Laguna de la Nava.
En Autillo de Campos: Ver la torre exenta de su iglesia y el puente sobre el río Valdeginate.

Memoria de la flor de harina

Grijota confía en la reactivación de la economía para la puesta en marcha de 1.500 nuevas viviendas

Gonzalo Alcalde Crespo

Entro en Grijota por la puerta de la villa, por donde hay que entrar, y mientras lo hago es como que me dejo caer en el túnel del tiempo de mis recuerdos de la infancia y primera juventud. Pues sepan ustedes que quien aquí les escribe tiene raíces familiares por parte de madre en este pequeño lugar -antes más que ahora- de la provincia de Palencia.

Por sus calles y corros jugué a la malla y a guardias y ladrones, monté en trillo en sus eras, pesqué y me bañé en el Puente Cincojos, toreé a la chiva del guardagujas de la estación y me mojé los pies en el caño de la fuente -una pena que hoy esté sin agua-. También merendé unos bocadillos de escabeche de bonito con el hijo del panadero en pan recién horneado -cuyo sabor y olor no se me olvidará nunca- e hice los recados que me mandaban mi tía Pepa o mi abuela Graciana en casa de Emperides, cuyos hijos Porfirio y Arístides eran compañeros de todas aquellas fatigas. Y hasta creo que tuve una medio novia en el Barrio San Pelayo con la que me iba a merendar a la Fuente Santimia.

Como verán, algo tengo de grijotano y aunque la copla dice, que 'para ser buen palentino hay que nacer en Grijota, beber vino con salero y saber bailar la jota', yo por si acaso todavía mantengo raíces familiares allí: dos tíos, Rosa y Miguel, que me van a desheredar por no haber ido a verles cuando se enteren de que he estado haciendo este reportaje. Y un hermano -grijotano de adopción-, que vive cerca de la fuente de arca, una singular y antigua construcción que abastecía de agua en otra época al pueblo de Grijota, digna de ser conservada y rehabilitada.

Hasta casco histórico

Dejando aparte los personales recuerdos, las menciones y las añoranzas, hoy diré que Grijota ya nada tiene que ver con aquel que conocí en mi infancia. Ha crecido y prosperado tanto que como algunas grandes ciudades ya puede presumir de tener hasta casco histórico, pues todo un cíngulo de nuevas construcciones, urbanizaciones y viviendas unifamiliares le rodean por los cuatro costados. De hecho, es el único municipio de la provincia que en poco más de diez años ha duplicado su población.

Si no fuese porque la torre de iglesia parroquial de la Santa Cruz insiste con su altura en sobresalir sobre el caserío del pueblo, algunos dudarían de estar en una tradicional población terracampina, aunque si se visita con confianza se ve que todavía conserva el regusto a pueblo.

Un buen punto para iniciar un recorrido por la villa será partir de su Plaza Mayor, donde por fin y acertadamente se ha derribado un feo templete, que con sus desgarbadas proporciones y peor gusto anulaba lo que tiene que ser un espacio público de estas características. Después de visitar la ya mencionada iglesia parroquial, que es un diáfano templo del siglo XVI en el que destacan las bóvedas adornadas con yesería, el retablo mayor con pinturas y un buen órgano ibérico, nuestros pasos deberán encaminarse hacia su Calle Mayor.

Allí veremos algunas buenas edificaciones modernistas y tradicionales, y ya en este punto buscar la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, la antigua iglesia (igrejota) que diera nombre al pueblo, pues es un templo románico del siglo XIII en el que se aloja la talla del siglo XIV del Cristo de la Salud, protector del pueblo. Y allí mismo también, los profesionales del centro de salud.

Todo esto se lo cuento, porque me lo sé, pero no porque pudiese ir a verlo en mi visita, ya que estando en la plaza me encontraron tres grijotanos (dos de ellos de nacimiento y otro consorte) que me reconocieron. Manuel Jesús Lobejón 'Chapilla', condiscípulo y hombre polifacético que sabe más de fiestas de pueblo que la SGAE; Paco Peña, un hombre con el corazón 'partío' entre Paredes y Grijota; y Juan Carlos Pando, alcalde del pueblo, con los que terminé tomando algo en un recién inaugurado establecimiento hostelero de pueblo.

Hablamos del pasado y del presente de Grijota, y el alcalde me comentó entre otras cosas que al Ayuntamiento de Grijota no le importaría que allí se instalase la futura estación del AVE de Palencia. Por otro lado, le recordé que el patrón de los panaderos, San Honorato, se celebra el 16 de mayo, a propósito de que están pensando recuperar la que fuera buena fama del pan de Grijota. Según cuentan, se hacía con un selecto cernido conocido como flor de harina, por lo que están madurando la idea de instituir una fiesta y feria del pan, con la que promocionar a la que fuera reconocida villa panadera de Grijota, así como a los profesionales que todavía siguen fabricando de forma tradicional este sencillo y sobrio alimento.

Un pueblo sin despoblación

Grijota confía en la reactivación de la economía para la puesta en marcha de 1.500 nuevas viviendas

Eduardo Plaza

Es uno de los pocos pueblos palentinos -casi los podemos contar con los dedos de las manos- para los que la tan temida palabra despoblación no existe en el diccionario. Grijota ha pasado de tener 810 habitantes en 1991 a rondar los 1.500 en la actualidad. Su escasa distancia de la capital -apenas 6 kilómetros-, junto a su localización, en un agradable entorno a las veras del río Carrión y el Canal de Castilla, han contribuido a un desarrollo urbanístico espectacular. Pero el alcalde grijotano, Juan Carlos Pando, cree y desea que este crecimiento haya sido únicamente un principio, y se pone la meta de llegar «en siete u ocho años» a los 5.000 habitantes, cifra que en su opinión marca «cuando un pueblo comienza a tener entidad enn castilla y León».

En el Ayuntamiento son conscientes de la desaceleración económica que afecta a nuestro país, lo que unido, según Pando, a la subida de las hipotecas y a la falta de seguridad en el empleo, ha restado actividad económica. «Lo venimos notando desde hace ocho o nueve meses, pero, por lo que hemos vivido aquí, esperamos que mejore y vuelva a reactivarse la situación», señala Pando. En este sentido, el Consistorio grijotano tiene aprobados 1.500 expedientes para la edificación de viviendas, y espera que poco a poco sean convertidos en realidad por los promotores del sector constructor.

Necesidades y servicios

El aumento de la población trae consigo la necesidad de mejorar los servicios que se ofrecen a los vecinos. Uno de ellos es un centro de educación infantil para los niños de 0 a 3 años, ya que las catorce plazas del programa 'Crecemos' promovido por la Junta y la Diputación se han quedado cortas. Las obras podrían comenzar en junio con el objetivo de que el centro pueda estar disponible para el curso 2009-2010.

En cuanto al colegio público de Educación Infantil y Primaria Obispo Fonseca, es previsible que pueda quedarse pequeño, por lo que el Consistorio considera que en unos años hará falta construir uno nuevo.

Por otra parte, la localidad está viendo rehabilitadas sus calles y plazas. Un ejemplo es la plaza de La Llana, obra financiada en un 80% por la Junta. Asimismo, tanto la plaza Mayor, con la colaboración de la Diputación, como la calle Mayor, con la de la Junta, serán reformadas próximamente.

Otra infraestructura demandada, especialmente por los más jóvenes, es un polideportivo cubierto. Para ello, se está pendiente deun convenio entre la Diputación y la Junta.

Centro multiusos

Un proyecto especial para Grijota es la rehabilitación de la antigua fábrica de harinas que se sitúa junto a la esclusa número 29 del Canal de Castilla con la idea de convertirla en un centro cultural. El proyecto podría incluirse en el programa rehabilitador 'Arquimilenios III' de la Consejería de Fomento y albergaría el anhelado Museo del Pan -llegó a haber 70 panaderías en Grijota-, una biblioteca, un auditorio y salas de exposiciones.

Repertorio de una gran familia

Los integrantes del coro Regina Angelorum de Grijota repasan la evolución y trayectoria musical de la formación

Texto de Soraya de las Sías

El coro Regina Angelorum de Grijota celebró el año pasado su décimo aniversario con un programa de conciertos en los que demostraron la evolución que ha experimentado la agrupación desde sus primeros pasos, allá por diciembre de 1995, cuando comienza su actividad tomando el nombre de la patrona de la localidad, Nuestra Señora de los Ángeles, y enero de 1996, cuando el grupo se constituye como asociación cultural.

Sus orígenes, sin embargo, se remontan años atrás, cuando un grupo de aficionados que cantaban la misa del gallo y varios componentes del grupo de música folk Torrealta deciden dar el primer paso, teniendo a Belén Cordón y Santino Aparicio como alma mater del grupo. «Con el paso del tiempo se van uniendo más coralistas, hasta la actualidad que somos 40 integrantes con edades comprendidas entre los 12 y los 70 años y con un claro predominio de jóvenes. Éste es un dato muy positivo porque se asegura el futuro del coro», señala la directora, Belén Cordón.

Un progreso de la formación musical que no solo se circunscribe al incremento de vocalistas, sino también a un repertorio de canciones de mayor calidad y a un amplio currículum, con conciertos por gran parte de la geografía española y varios premios. «Poco a poco los temas son de mayor calidad y envergadura. Cada año procuramos dedicarlo a un estilo musical, si el año pasado fue el clasicismo y Mozart, este año, el barroco. Es una forma de no saturar y de hacer más amenas las actuaciones, incorporando a otros músicos, como el organista David Largo o la coral vaccea, con la que tenemos previsto colaborar muy pronto», explica Santino Aparicio, miembro de la junta directiva.

Sus actuaciones cobran incluso relevancia más allá del plano artístico, ya que el grupo se han convertido en vehículo de promoción de Grijota, dando a conocer fuera de la región los encantos de Tierra de Campos. «Antes de cada actuación hay una presentación en la que siempre hablamos de Grijota. Estamos orgullosos de ser un coro de pueblo, y de demostrar que un municipio de poco más de mil habitantes tiene una agrupación musical con tanto arraigo y tradición», destaca el integrante del coro y de la junta directiva Javier Alcalde.

Himno a Grijota
Su vinculación con el pueblo queda verificada con sus actuaciones en las fiestas patronales o con la organización cada año de encuentros de corales en la iglesia parroquial. Un compromiso de implicación que se reforzó en el 2004 gracias al himno local que varios componentes del coro Regina Angelorum compusieron y que se estrenó junto a la orquesta de San Benito de Valladolid. «La relación con la corporación municipal es positiva, es una colaboración mutua. Nosotros dinamizamos la actividad cultural y ellos nos ofrecen talleres de música y de guitarra para los más pequeños, para ir adentrándoles poco a poco en este mundillo y crear cantera», manifiesta Cordón, que aprovecha para agradecer la colaboración de otras entidades, desde la Diputación hasta la asociación Tadeo Ortega, «para apostar por el repertorio de canciones y espectáculo musical que ofrece la familia que es Regina Angelorum».

Las puertas de par en par

La construcción de más viviendas y la ampliación del campo de golf centran la expansión de Grijota

Texto y fotografía de Soraya de las Sías

Hace años los vecinos de la comarca lo bautizaron como el pueblo de los panaderos, llegando a ser más de setenta los habitantes que se dedicaban a este oficio. La fama del pan ‘flor de harina’ era tal que se idearon canciones y danzas en honor a las panaderas, que con el paso de los años han seguido amenizando las fiestas locales. La popularidad quedó incluso reflejada en la indumentaria y las costumbres, ya que el traje típico palentino es el de los antiguos panaderos grijotanos, como se puede observar en la fachada del palacio de la Diputación Provincial.

Hoy en día, esta tradición ha pasado a un segundo plano y en Grijota no queda ningún vecino que se dedique profesionalmente al oficio que tanta reputación le acarreó a la localidad tiempo atrás. El pan ha cedido así el protagonismo al suelo, a la piedra, a los ladrillos, a las grúas, al cemento y a los cascos. A escasos kilómetros de la capital, el pan ha cedido el protagonismo y a Grijota se le conoce como el pueblo de los chalés, del campo de golf y de la expansión urbanística.

Con este anhelo, el Ayuntamiento ha modificado sucesivamente los planes generales de ordenación urbana y en pocos años ha conseguido lavar la cara a Grijota. «Ahora estamos trabajando con la última promoción de viviendas. En tres legislaturas hemos creado más de dos mil viviendas», señala el alcalde, Juan Carlos Pando, que además matiza que este crecimiento le ha reportado beneficios a la local. «Podemos estar orgullosos porque Grijota es uno de esos pueblos que ha conseguido aumentar el censo municipal», agrega.

De planta baja, adosadas, unifamiliares, con jardín y piscina, de primera o de segunda residencia. Grijota se ha convertido en el capricho de las empresas constructoras y la gama de viviendas se expande a las diferentes necesidades de la población actual. El Ayuntamiento suma esfuerzos y busca recrear el ambiente perfecto con la mejora de los servicios y de las comunicaciones. «Una obra fundamental ha sido el nuevo acceso a la localidad, para evitar el cruce tan peligroso de la entrada», matiza.

El protagonista ya no es el pan y las grúas se han convertido en la imagen cotidiana de Grijota.

Búsqueda de población y creación de una zona residencial de élite S.S./PALENCIA     Entrada a las instalaciones del campo de golf de Grijota / S. Sías. Si a la tranquilidad y el sosiego del medio rural unimos los servicios y las comodidades de la urbe, se obtiene uno de los pocos antídotos con los que se puede combatir la temida despoblación. Grijota ha abierto sus puertas de par en par a la capital, a los jóvenes, a los empresarios. Grijota ha aumentado el número de casas abiertas, ha incrementado sus servicios y ha conseguido frenar el descenso de población. El esfuerzo ha merecido la pena y hoy en día es el lugar elegido por muchos constructores para fijar allí una urbanización o zona residencial, que al fin y al cabo dejan dinero. Dadas las expectativas del actual campo de golf, está prevista la puesta en marcha de uno de mayores dimensiones. «El campo de golf actual es de 9 hoyos. El nuevo será de 18 hoyos y contará con más instalaciones, como spá, sauna, hidromasaje o gimnasio», señala el alcalde, Juan Carlos Pando, que además estima que las obras concluirán a finales de este año. Si hay una asignatura pendiente es la de conseguir que aquellos que solo viven en Grijota para dormir, acaben apostando por la localidad como el lugar idóneo para dejar a sus hijos en el colegio o para poner en marcha un proyecto empresarial emprendedor. «La idea no es vender Grijota como una zona residencial de élite, sino como un pueblo que está luchando para que sus vecinos disfruten de una mayor calidad de vida con numerosos servicios, como la reciente línea de transporte público a la capital, como el polideportivo o como la programación cultural y social que se organiza cada año para todos los vecinos», manifiesta Pando.

Vocación de zona residencial

El actual ritmo de crecimiento convertirá en breve a Grijota en uno de los pueblos más importantes de la provincia

Texto y fotografía de José Luis de Román González.

El adobe va dejando paso a las nuevas urbanizaciones en la localidad.

Apenas sales unos metros de Palencia por la 613, te encuentras con el cartel del primer grupo de chalés dándote la bienvenida a Grijota. Es como una tarjeta de visita que te presenta lo que vas a encontrar un poco más adelante. Un pueblo reconvertido en zona residencial, con campo de golf incluido, donde el casco antiguo de calles que se retuercen en torno a la plaza mayor comparte escena con urbanizaciones de líneas rectas y parques interiores con piscina.

Es el esbozo de un presente con vocación de futuro para esta localidad vecina a la capital. El actual desarrollo urbanístico seguirá su curso tras la reciente aprobación del plan de ordenación urbana. Solamente contando con las fases ya terminadas y las que están a punto de desarrollarse serán unas 1.500 las viviendas construidas en Grijota desde que el actual equipo de gobierno entró en el ayuntamiento. A juicio del alcalde, Juan Carlos Pando, el ritmo de crecimiento se mantendrá a lo largo de los próximos años.

Tal y como ha sucedido en otras localidades, este desarrollo ha traído consigo nuevos servicios y dotaciones que han proporcionado comodidad y calidad de vida para sus habitantes, cuyo número en Grijota no deja de crecer. Según datos municipales, la población actual asciende a 1.139 personas.

La agricultura y la ganadería, por su parte, van haciendo igualmente un hueco a alguna que otra empresa, y permiten que el sector de servicios tome relevancia en la economía general del municipio, en el que buena parte de los residentes tienen su puesto de trabajo en la capital.

Entre los retos a corto plazo para el equipo de gobierno en el ayuntamiento se encuentra el desarrollo de un plan general de infraestructuras con el que dotar de más y mejores servicios a la localidad, entre los que destaca la construcción de un polideportivo cubierto.

La acometida de un colector al polígono industrial, para el que se han destinado treinta hectáreas, y el establecimiento de una línea de transporte regular entre Grijota y Palencia son dos de los proyectos en los que se trabaja actualmente en el ayuntamiento, que quiere además cerrar de una vez por todas el problema de los asentamientos «ilegales» de algunos chalés, para los que se aprobarán los correspondientes planes parciales.

Nuevo acceso
Asimismo, ya se están replanteando las próximas obras que la Junta acometerá para realizar un nuevo acceso al pueblo que evite el peligroso cruce existente a la entrada.

Por otro lado, y también con la Junta, se ha firmado un convenio para la edificación de veinte viviendas de protección oficial, encaminadas a que los jóvenes del pueblo tengan facilidades para quedarse.

Grijota sigue creciendo. Nadie parece dudar de su futuro: convertirse en breve en uno de los municipios más importantes de la provincia de Palencia.