Ribas de Campos

El agua como un sortilegio

Ribas de Campos considera que sería necesario un mejor aprovechamiento del Canal como eje económico

Texto y fotografía de José Luis de Román González.

Casa adornada con macetas en Ribas de Campos.

Hablar de Ribas es mentar el agua. Su elemento más valioso. Clave de un sortilegio que transforma lo que toca por donde pasa. El agua en envases con formatos diversos. Con cuerpo de río, de laguna, de canal... En calma, en movimiento... El líquido de la vida da de beber a la tierra de este pueblo que dieron en llamar Ribas de Campos tiempo atrás, hoy también del agua Ribas, o Rivas, como algunos prefieren denominar.

En este término, en el lugar de Calahorra, la triple esclusa que permite el encuentro de las aguas del Pisuerga y del Carrión es probablemente uno de los enclaves más significativos del Canal de Castilla, cuyo cauce y entornos debieran ser uno de los ejes económicos para los pueblos por donde cruza.

Esa es la opinión al menos de María Carmen González Lahidalga, alcaldesa de Ribas y senadora por el grupo socialista, para quien «las posibilidades del Canal se están desaprovechando. Hay proyectos en este sentido, y esperemos que se lleven a delante de forma coordinada, y sobre todo sin alterar el ecosistema que existe alrededor».

La laguna de la Toja
Pero Ribas cuenta con otros rincones donde el agua vuelve a ser protagonista. Ese el caso de la laguna natural de La Toja, una de las más grandes que se pueden encontrar junto al Canal, y otro de los atractivos de esta localidad que demanda la necesaria atención y aprovechamiento.

Y si el Canal o la laguna son especiales para Ribas de Campos no lo es menos uno de los monumentos más importantes de la zona, pero a la vez peor conservados. Se trata del monasterio premostratense de Santa Cruz de la Zarza, situado en una finca particular, y sobre el cual se mantiene actualmente un litigio de propiedad que está impidiendo que los fondos para su restauración puedan hacerse efectivos.

A buen seguro, la bella sala capitular del monasterio, así como todo el conjunto del monumento, se resienten a cada día que pasa por este desacuerdo. El tiempo pelea en contra, y tanto los vecinos, como todos los interesados por mantener el patrimonio provincial, confían en que la solución que llegue no lo haga a deshora, más tarde que pronto.

Entretanto, Ribas continúa con su actividad, buena parte de la cual se encuentra ligada a la agricultura, para la que «las perspectivas de futuro requieren iniciativas que permitan aprovechar el valor añadido de los productos», según González Lahidalga, quien considera que habría que derivar en alternativas vinculadas a empresas de transformación. «Tenemos productos de calidad, y hay que poner imaginación y dinero. El futuro de la agricultura depende también en buena medida de los propios agricultores».

Puede que sea cierto. Al menos en Ribas de Campos el agua no va a faltar. Como un sortilegio.

El agua vuelve a susurrar futuro

Los vecinos confían en que el Plan de Excelencia Turística del Canal de Castilla permita albergar proyectos turísticos que salven la delicada economía de la zona

Soraya de las Sías

Apoyado en el pretil del puente
o en las palancas de las compuertas, el silencio ensordecedor del agua azotando contra los muros
de piedra le detiene a uno en el tiempo. El curso de la corriente le devuelve a aquel 16 de julio de 1753 cuando el ingeniero Carlos Lemaur, el marino Antonio de Ulloa y cientos de peones y campesinos comenzaron las obras de construcción del ramal de Campos del Canal de Castilla en Calahorra de Ribas, en el municipio de Ribas de Campos.

Las horas transcurren sin pausa contemplando la desmesurada infraestructura hidráulica. Asusta pensar que la mente es incapaz de abarcar el ingente esfuerzo y trabajo acometido por aquellos hombres hace más de dos siglos para convertir el Canal en el cauce ideal para la navegación de las barcazas, en el cauce ideal para el impulso de la economía cerealista castellana.

El impresionante salto de sus tres esclusas, el monolito conmemorativo, la espadaña que sirvió de referencia para trazar el trayecto de la vía o las ruinas del molino y del batán son los únicos reductos que rememoran en la actualidad el pasado y significado histórico de esta vía en Ribas de Campos. La vasta bibliografía existente y la imaginación de los viajeros y turistas que pasean por sus orillas se encargan del resto.

Una hazaña y una historia que muchos se niegan a enterrar en el olvido y que ahora intentan recuperar y sacar a la luz a través de otros aprovechamientos. «A lo largo de los años han sido muchos los empresarios interesados en rehabilitar las caballerizas, las casas de los barqueros u otras instalaciones para albergar proyectos turísticos. Por el momento, no se ha logrado, pero tenemos la esperanza de que el Plan de Excelencia Turística del Canal pueda reavivar esta infraestructura», destaca la alcaldesa de Ribas, Carmen González Lahidalga.

Asusta pensar que el esfuerzo de aquellas gentes sea inservible para la producción energética y la marcha de la economía, quedando relegado al uso recreativo y turístico. Con esta radiografía, quizás algunos entiendan que es necesario tender una mano a los nuevos proyectos y las nuevas promesas para que el agua vuelva de nuevo a susurrar futuro.

Nuevos aprovechamientos que requieren invertir en servicios S.S./PALENCIA     Esclusas del Canal de Castilla en Calahorra de Ribas. / Soraya de las Sías Junto con la inmensa mayoría de los vecinos de las localidades surcadas por el Canal de Castilla, los ribereños han depositado buena parte de sus esperanzas en el futuro Plan de Excelencia Turística del Canal, programado de manera conjunta por las diputaciones de Burgos, Valladolid y Palencia para potenciar nuevos aprovechamientos y utilidades de esta infraestructura que sean económicamente rentables. Sin embargo, el esfuerzo de devolver la vida al Canal no consistirá únicamente en repoblar las orillas con un centro o establecimiento de turismo a cada paso, por muy variada que sea la gama de actividades lúdicas que se ofrezca al viajero y turista. El esfuerzo debe rascar más dinero de los bolsillos de las instituciones para sacar adelante proyectos de mejora de carreteras y de servicios en estas localidades, porque es muy difícil que alguien, por muy entusiasta que sea del canal, se acerque unos días a Ribas o a cualquier otra localidad de sus características cuando las infraestructuras viarias requieren reformas o cuando los servicios básicos no abundan. Poco a poco Mientras los vecinos esperan que sus deseos puedan convertirse un día en realidad, los ayuntamientos van recolectando poco a poco proyectos necesarios para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, ya sea a través de pavimentación de calles, de la renovación de redes de abastecimiento de agua o de la construcción de centros culturales. Proyectos que también estarán a disposición de los turistas que se acerquen puntualmente en periodos estivales atraídos por las sugestivas imágenes que deja el Canal a su paso, con rincones verdes que llaman la atención en la tierra del barro, en la tierra de los marrones y de los ocres.

Autodidacta con maña

Los vecinos de Ribas y de la comarca conocen a Próculo Alonso por sus labores de artesanía

Soraya de las Sías

Apenas pudo ir a la escuela porque tuvo que arrimar el hombro en casa, cuando las cosas no pintaban tan bien como ahora. Fue en el campo, con siete años, trabajando de zagal con un rebaño de ovejas, donde aprendió solo y por su cuenta a leer y escribir, poco antes de quedarse tuerto, tras clavarse por accidente una navaja en su ojo izquierdo.

Poco más cabe decir para demostrar el esfuerzo y el tesón con los que Próculo Alonso –natural de Fuentes de Nava y residente desde hace sesenta años en Ribas de Campos– salvó entonces los obstáculos que la vida le puso por delante. Una conversación con este jubilado de 75 años bastará, sin embargo, para conocer otras facetas suyas como artista autodidacta y aprendiz de numerosos oficios, que no dejan de describirle como un luchador humilde y honrado del medio rural.

Pastor, primero, y trabajador de la fábrica de cerámica y ladrillos y de la azucarera de Monzón, después, Próculo engordaba su currículum laboral mientras buscaba ratos libres para dedicarse a su mayor afición: la artesanía.

Recordaba los consejos que en la infancia le ofreció su madre, Juliana Sahagún, de oficio silletera, para trenzar mejor las cañas de las espadañas o los carrizos con los que elaboraba los asientos de las sillas o las esteras, labores artesanales por las que era conocido en Ribas y en la zona. «Lo hacía en mis ratos libres. Luego, los fines de semana salía con la moto a vender las esteras por los pueblos de la zona o a recoger encargos», señala Próculo, que explica que hace décadas que no se dedica a esta actividad. «A medida que aparecían muebles nuevos, los asientos de caña para las viejas sillas de madera ya no se demandaban. A medida que se asfaltaban las calles, las esteras se dejaban de usar», agrega Alonso.

No obstante, hoy en día realiza algún que otro encargo para familiares o amigos, pero asegura que los menos. Prefiere entretenerse tallando cucharas de madera o trenzando cestas de mimbre, además de dedicarse al cuidado de la huerta y de sus gallinas. «Muchas veces dice que ya no hace más, pero al final pica. No puede estar quieto mirando, es muy activo», dice su esposa, Felisa del Campo, que se ha convertido en su fiel ayudante de faenas. «Nos vamos juntos en verano a cortar las espadañas y carrizos a los arroyos. Los limpiamos, los extendemos en las eras para que se sequen y los almacenamos en la panera hasta que nos hagan falta», agrega Felisa, a quien también la conocen en Ribas, pero por su cargo de presidenta de la asociación de jubilados San Lorenzo, que funciona desde hace seis años.

El colectivo congrega a 70 socios, que se reúnen en las antiguas escuelas tres días a la semana para participar en cursos de gimnasia, manualidades o costura y en clases de entrenamiento de la memoria. «Si no fuera por todo esto, el pueblo estaría más decaído», agrega Del Campo.

Como en otros rincones de la provincia, los jóvenes emigran y los pocos que quedan son mayores, dinámicos, eso sí. Porque de igual modo que Próculo hace sillas, cucharas y cestas, Vicente Ibarra talla carros de madera e iglesias en miniatura. Un pueblo de jubilados con tiempo libre, de autodidactas con maña.

Calidad de vida junto al Canal

La localidad aprovecha sus buenas comunicaciones para mantener y tratar de fijar su población

Eduardo Plaza

No hay como una tarde primaveral de domingo para acercarse a Ribas de Campos y disfrutar del sosiego que trasmiten sus campos, gracias a ese verdor tan intenso fruto de las últimas lluvias. Y si nos referimos al agua, no podemos dejar de señalar la que podríamos definir como principal seña de identidad ribereña: el Canal de Castilla. Concretamente su triple esclusa, donde se entremezclan las aguas del Carrión y el Pisuerga. Sin embargo, para el alcalde de Ribas, Ignacio Acha, este recurso aún no está explotado completamente, aunque confía en su desarrollo con la puesta en marcha de los «nuevos Puntos de Información Turística, la actualizacion de recursos, los caminos de sirga, la dotacion de servicios y sus posteriores mantenimientos y atenciones». En este sentido, aprueba la labor de las diputaciones de Palencia, Valladolid y Burgos en el Plan de Excelencia Turística del Canal, cuyo trabajo «dará resultados ciertos, pero con el tiempo», subraya.

Hace muy bueno y eso se nota en el bullicio de sus calles, con varios niños paseando en bicicleta. Uno de ellos aún está aprendiendo y es perseguido por su madre para que no se caiga. Todo ello protagoniza una entrañable escena cotidiana, cada vez más difícil de ver en las ciudades, pero no así en pueblos como Ribas. Muchos de estos niños no viven aquí, pero sus familias los traen con mucha frecuencia. Aún así, es éste un municipio que no padece en exceso la despoblación. Salvo las bajas por fallecimiento, en los últimos años se han mantenido los vecinos, entre los que destaca un buen número de jóvenes.

¿Proyectos? El Ayuntamiento tiene en marcha la modernizacion del edificio consistorial, la recuperacion de los paseos vecinales de cincunvalacion con una nueva iluminación, además de bancos y papeleras, la ampliacion de jardines y un nuevo 'minipolideportivo'. Estas actuaciones, concedidas en los Planes Provinciales de la Diputación, deben ejecutarse en el 2009. Y de esta forma, contribuir a que Ribas siga siendo un lugar elegido para vivir.

Llanto por Santa María de la Zarza

Una balsa de agua artificial regala en Ribas de Campos una estampa casi marinera

GONZALO ALCALDE CRESPO | RIBAS DE CAMPOS

No se ha iniciado el verano y ya andan las riberas del Carrión pletóricas y lozanas de verdor. Y es que Ribas de Campos toma el nombre de su antigua denominación latina (ripa, que es ribera), haciendo clara alusión al lugar donde se ubicara en origen la población. Hoy, al llegar allí, una balsa de agua artificial nos regalará casi una estampa marinera, sobre cuya lámina acuífera se refleja el casar del pueblo. Y es que por Ribas pasa abundante agua, pues a la de la cuenca del Carrión se unen otras que vienen del Pisuerga por el Canal que lleva su nombre, y las del mítico Canal de Castilla, que aquí se mezclan con las del río Carrión en el lugar conocido como Calahorra de Ribas.
Calahorra es el lugar con más significado histórico de toda la traza del Canal de Castilla, ya que en él se iniciaron las obras el 16 de julio de 1753, y el punto donde se unen las aguas del río Pisuerga con las de río Carrión. Todo el conjunto así nos lo recuerda, desde el monumental monolito conmemorativo al impresionante salto de sus tres esclusas -las 22, 23 y 24-, los restos del molino, el batán y su central eléctrica.

¿Quién les iba a decir a los que a mediados del siglo XVIII inauguraron aquéllo que las obras de construcción del Canal tardarían cien años en terminarse? ¡Y eso que nos quejamos de lo que tardan ahora en hacernos doscientos kilómetros de autovía!

Pero antes de irnos a visitar la población de Ribas, bueno será darnos una vuelta por el monasterio de Santa Cruz de la Zarza, aquel que fundara el rey Alfonso VIII a finales del siglo XII con monjes premostratenses procedentes del monasterio vallisoletano de Retuerta. Su iglesia de San Cristóbal es protogótica del siglo XIII, con reformas y ampliaciones de los siglos XV y XVIII. Su planta consta de tres naves, a las que cubren bóvedas de crucería estrellada. Aparte de todo el edificio sacro monacal, sobresale en ella su conocida sala capitular, una de las joyas del románico palentino.

Sus tres cortos tramos se sostienen sobre cuatro columnas exentas, en las que se sobreponen capiteles decorados con motivos vegetales y animales fantásticos en el más puro estilo premostratense. De entre estos capiteles románicos, llamó especialmente la atención de este visitante uno de ellos, en el que aparece esculpida una escena con dos caballeros enfrentados en combate: uno armado con espada y el otro, con lanza.

Una inscripción que se conserva dentro de la sala 'Frater Franciscus me fecit' nos recuerda al maestro cantero que posiblemente construyó esta joya del románico. A mediados del siglo XIX y como consecuencia de la desamortización de Mendizábal, el lugar monacal quedó abandonado y en ruinas, y aunque el edificio sacro sigue siendo posesión del Obispado palentino, continúa en un lamentable estado de abandono.

Todo esto que les cuento aquí tuve el privilegio de verlo hace unos años. Hoy ha sido imposible, una tela metálica de gallinero impide acceder al lugar, y hasta poder hacer una foto para mostrárselo. ¡Toma Románico Palentino, Patrimonio de la Humanidad!

Para enjugarnos las lágrimas por lo visto allí, nos acercamos a Ribas de Campos, que era adonde íbamos. Sobre el caserío de la villa destaca la torre de su iglesia parroquial de San Martín de Tours, de clara advocación jacobea, que en origen era edificio del siglo XIII, aunque tiene reformas posteriores. Su planta se distribuye en una sola nave, a la que cubren bóvedas de crucería. Dentro, aloja varios retablos barrocos adornados con buena imaginería gótica, entre la que destaca un San Antón, la pila bautismal, también gótica; un Cristo de marfil, la cruz parroquial, otra de nácar, y el bello púlpito de madera del siglo XVII.