Pendientes del censo municipal
Vidayanes contempla con preocupación el envejecimiento de sus vecinos y el alto índice de despoblación que soportan
Texto de M. García. Fotografía de M. J. Cachazo.
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Plaza del municipio, con los columpios infantiles al fondo.
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Fariza es uno de los pueblos de la comarca de Sayago que, de forma más decidida, ha apostado por el desarrollo en calidad medioambiental y producción ecológica.
La agricultura y la ganadería son las principales fuentes de riqueza de las que dispone este pequeño municipio de Tierra de Campos. Actividades, en su mayoría, realizadas por personas mayores ya que los jóvenes nacidos en la localidad, tal y como explica el alcalde de Vidayanes, Carmelo Labrador Alonso, «han optado por asentar sus casas en otros municipios, donde tienen trabajo».
La explicación a esta situación hay que buscarla en «la crisis» que atraviesa tanto la agricultura como la ganadería. «Para conseguir sacar rendimientos de la tierra o del ganado hay que invertir mucho, por lo que este es un sector que ya no atrae a la población en edad laboral», apunta el primer edil de Vidayanes.
Tampoco los datos arrojados por el censo municipal dejan mucho espacio para la esperanza. Según explica su alcalde, en los últimos nueve meses el pueblo ha sufrido la defunción de once de sus vecinos, mientras que la natalidad no se ha incrementado. Además, la mayor parte de sus habitantes han superado ya los 70 años de edad, una situación que, junto a la despoblación que sufre la zona, describe una realidad «complicada» para afrontar el desarrollo.
Este problema ya ha tenido sus consecuencias, plasmadas en el recorte de algunos de los servicios de los que los vecinos podían disfrutar. El ejemplo más claro se encuentra en el ámbito de la educación, ya que Vidayanes no cuenta con colegio público y los pocos escolares, que aún residen en el pueblo, se ven obligados a viajar a diario hasta otras poblaciones para cursar sus estudios. Así, mientras los más pequeños, hasta los 14 años, se trasladan todos los días hasta las instalaciones escolares de Villafáfila, los que superan esta edad deben hacer lo propio hasta el colegio de la localidad de Villalpando, que es también la zona electoral a la que pertenecen los vecinos de Vidayanes.
Tampoco el pueblo dispone de establecimientos comerciales, por lo que los alimentos de primera necesidad son servidos a través de distintos puestos de venta ambulante que se acercan varias veces por semana hasta esta población de la comarca de Tierra de Campos.
Donde sí han tenido más suerte, es en el ámbito sanitario y también en el de las comunicaciones, tal y como reconoce su munícipe, Carmelo Labrador Alonso. De hecho un facultativo atiende las necesidades médicas de los vecinos tres veces por semana, una cifra significativa teniendo en cuenta las reestructuraciones sanitarias que han sufrido otros pueblos de la provincia con una población similar a la que reside en Vidayanes.
Por su parte, desde su Ayuntamiento, se reconoce «el buen estado en el que se encuentran sus carreteras», algo que facilita en gran medida los desplazamientos que los habitantes de Vidayanes se ven obligados a hacer a otras poblaciones para satisfacer algunas de sus necesidades o realizar sus compras.
A pesar de esta situación, Vidayanes es también un pueblo orgulloso de sus tradiciones y de su patrimonio. La iglesia de San Juan Bautista, restaurada hace algún tiempo, es su edificio más significativo. El templo se levantó en el siglo XII y es de estilo románico. Se encuentra situado en lo alto de una gran plaza y en él destaca su robusta torre. También es significativo el escudo de la Orden de San Juan, que se puede contemplar en lo alto de la puerta, y que recuerda que Vidayanes estuvo bajo la jurisdicción de la Orden de San Juan de Jerusalén.
De hecho, el municipio sigue rindiendo honores a este santo durante sus fiestas patronales, del 24 de junio, en las que participan con entusiasmo los vecinos del pueblo. |