A la búsqueda de un revulsivo económico
San Martín de Valderaduey estudia abrir un centro de interpretación para aprovechar el flujo turístico de Villafáfila
Texto de M. García. Fotografía de M. J. Cachazo.
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Un grupo de mujeres conversan junto a la entrada de la iglesia. |
El origen de esta pequeña población de Tierra de Campos se remonta a comienzos del siglo IX. En la Edad Media perteneció al reino de León y desde el siglo XVI el Condestable de Castilla la agregó a Burgos. Sin embargo no fue hasta el año 1780 cuando pasó a ser de la provincia de Zamora e incorporado al partido de Villalpando, al que pertenece en la actualidad.
Aunque el pueblo cuenta con un pasado floreciente, en el que llegó a tener más de seiscientos habitantes, su realidad ahora es bien diferente. San Martín de Valderaduey no llega al centenar de vecinos y la mayor parte de ellos sobrepasan ya los 70 años de edad. Un hecho que obliga a su alcalde, elegido en régimen de concejo abierto por lo que al pueblo no le corresponden concejales, a ser pesimista a la hora de explicar las posibilidades de futuro con que cuenta este municipio. «Creo que de aquí a diez años el pueblo desaparecerá, porque casi no hay nacimientos y la media de edad es muy avanzada», apunta el alcalde, Bernardo Gago García.
Sin industria
El munícipe considera además que el revulsivo económico que necesita el pueblo, no tanto para despegar como para asegurar su supervivencia, es la instalación de alguna industria que pudiera generar empleo estable, pero esta posibilidad se plantea harto difícil, como reconoce Gago.
Las cifras que reflejan la realidad laboral y social de este municipio tampoco son muy alentadoras, si se tiene en cuenta que apenas llega a la decena el número de personas que se dedican a la agricultura y la ganadería, las principales actividades económicas de San Martín de Valderaduey. En el pueblo, además, tan solo vive una niña, que este curso comenzará su formación escolar en la vecina localidad de Villalpando, a siete kilómetros de San Martín. En cuando a actividad comercial, la localidad no dispone de establecimientos comerciales, por lo que tiene que recurrir al abastecimiento ambulante, con el que varias veces a la semana se surten sus vecinos.
Como lugares de ocio, dispone de un bar, en la que pasan la mayor parte de su tiempo libre los jubilados del municipio. De hecho, es este sector poblacional el único que cuenta con una asociación propia.
Enclave privilegiado
A pesar de todas estas dificultades, el Ayuntamiento piensa en asentar las bases de un tímido despegue económico a través del sector turístico. El pueblo se encuentra dentro de la reserva natural de Las Salinas y pertenece a la mancomunidad del Raso, dos premisas que pueden facilitar la oportunidad de construir, en un pinar cercano al municipio, un centro de interpretación. «La idea es aprovechar nuestra situación para atraer a la gente que se desplaza a ver las lagunas de Villafáfila, e intentar que también se acerquen unas horas aquí, por los que tenemos en mente la idea de poner en marcha estas instalacioness», explica el alcalde de San Martín de Valderaduey.
Si esta «idea» se materializara, desde el Ayuntamiento se vería mucho más factible la apertura de algún pequeño negocio de hostelería que diera servicio a los visitantes que se acercaran a conocer la zona.
La aportación económica para sufragar las obras que pondrían en marcha el mencionado centro de interpretación vendrían de las arcas de la mancomunidad del Raso, según apunta el munícipe. La población de San Martín de Valderaduey se muestra además muy orgullosa de sus riquezas histórico-artísticas, entre las que destacan el yacimiento megalítico ‘El Teso del Oro’y la iglesia parroquial de San Martín de Tours. |