Valle de Tabladillo

En un frondoso valle que limita la expansión

Valle de Tabladillo confía en el turismo para la permanencia de este pueblo cuya orografía impide su crecimiento

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Una estrecha carretera poco a poco desciende hacia el pueblo, que como su propio nombre indica se encuentra en el fondo de un valle. Hay que levantar la vista casi hasta el infinito para ver el final de las paredes del valle, un entorno privilegiado que dada su peculiar ubicación se convierte en un auténtico vergel.

Los manzanos cargados de frutas y las ciruelas colman las ramas de los árboles en los numerosos huertos que salpican el trayecto, junto al arroyo del Valle, e incluso aparecen entremezclados con las casas de Valle de Tabladillo. Unas viviendas que en algunos casos todavía conservan las típicas balconadas castellanas de madera, a las que el paso del tiempo ha deteriorado, y que pueden contemplarse camino del pueblo, en el Barrio de Arriba.

Pero si hay algo que sorprende de este rincón de la provincia con un encanto especial es su peculiar orografía, en la que la erosión del agua y el viento ha dejado curiosos parajes como ‘Las Monjas’ o ‘Los Frailes’, de camino, campo a través, hacia Castroserracín. Y por la carretera hacia Carrascal del Río, ‘San Juan’. Una gran roca, aislada del resto, presidida por un solitario enebro que debe sobrevivir gracias a los sustratos que obtiene de la tierra y el agua de lluvia.

Multitud de rocas con formas curiosas y posiciones sorprendentes salpican el paisaje de Valle de Tabladillo, a medio camino entre Sepúlveda y las Hoces del Río Duratón. Dos lugares turísticos por excelencia de los que el pueblo espera sacar un beneficio. «El turismo es lo único que puede levantar el pueblo», advierte el alcalde, Benedicto Poza Peña, que tiene claro que la ubicación y el difícil acceso por una estrecha carretera hacen casi imposible el asentamiento de otro tipo de industrias en el municipio.

Hasta hace poco, las empresas que había se dedicaban a la extracción de yeso de las minas que hay en los taludes del valle. Unas explotaciones a gran altura, de acceso casi imposible, que requerían demasiado esfuerzo para un escaso rendimiento, lo que motivo su cese.

Esa singular ubicación, en el fondo de un valle, con paredes de vértigo, además de dar un color especial a Valle de Tabladillo también supone el inconveniente de limitar su crecimiento. Y es que los cortados hacen inviable la expansión del casco urbano. «El pueblo está limitado porque está en un valle y no es como otros que se pueden expandir para urbanizar y ampliarse», lamenta el regidor, que está seguro de que la población podría crecer aún más en verano «si hubiera para edificar más o la gente se mentalizara de que las casas viejas se pueden vender para que alguien, si quisiera, las pudiera construir».

Y es que estos días, las casas de Valle de Tabladillo se llenan con la llegada de veraneantes y la silenciosa y tranquila vida del invierno, a la que sus vecinos ya están acostumbrados, desaparece por unos días.

«Cada vez hay menos gente», lamenta Teódulo, un vecino del pueblo. «Esas son las escuelas y cuando yo era chaval éramos noventa niños y nos tuvo que poner el maestro a unos por la mañana y a otros por la tarde, 45 en cada turno. Y ahora no hay escuela», recuerda Teódulo, que puede contar con los dedos de la mano los niños que viven en el municipio.

Tradiciones

Aunque cada vez son menos, en Valle de Tabladillo siguen haciendo todo lo posible por mantener tradiciones como la comida organizada por la asociación cultural en la ermita de San Frutos, la procesión el día de Nuestra Señora de la Asunción o el denominado Remate, un mes antes de las fiestas de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, cuando las ofrendas que llevan los vecinos se subastan para obtener el dinero con el que, poco a poco, afrontar las reparaciones de la iglesia.

Esculturas naturales

El agua y el viento han esculpido una curiosa orografía de formas diversas en Valle de Tabladillo

Isabel Jimeno.

Las carrozas son un rasgo distintivo de las fiestas. / Isabel Jimeno

Sumergido en un valle, en un paisaje que invita a la relajación, rodeado de los árboles que marcan el cauce del arroyo del Valle, a la fresca sombra de los chopos, de los nogales, de los manzanos que en estas fechas comienzan a mostrar uno de sus ciclos más bellos, de las vides y parras y de los numerosos huertos que se cuelan entre las casas y alrededor del casco urbano se asienta Valle de Tabladillo, dividido en dos núcleos, apenas separados por un par de kilómetros.

En lo alto, las rocas miran y presiden ese precioso entorno en el que todavía se conservan elementos de antaño como las clásicas balconadas castellanas de madera.

Y en ese vergel al cobijo de la profundidad del valle, las amarronadas rocas también adquieren un protagonismo especial. La caprichosa erosión del viento y el agua ha dibujado un paisaje plagado de personajes que, con ayuda de los vecinos de Valle de Tabladillo, la imaginación no tarda en dibujar.
A la salida del pueblo, rumbo a Carrascal del Río, la mirada se detiene en uno de los parajes más curiosos. Es ‘San Juan’, como así conocen los vecinos a la espigada roca sobre la que se asienta un pequeño enebro que los vecinos no alcanzan a explicar muy bien cómo sobrevive año tras año.

Y la orografía de Valle de Tabladillo esconde aún más sorpresas. Atravesando las tierras, de camino a Castroserracín, aparecen ‘El Fraile’ y ‘Las Monjas’ en otro curioso paraje que la naturaleza ha esculpido. Con forma de hombre con gran barriga se erige la ‘Peña del Obispo’. Dos rocas que al juntarse forman un pequeño cañón por el que discurre un arroyo forma el ‘Boquerón’, sobre el que se encuentra el barranco de ‘La Pelciga’, adornado por una enredadera.

Yeseras

Y en esas curiosas formas de la orografía de Valle de Tabladillo también se encuentran lo que en su día fue una de las bases de la economía: las yeseras. Hoy ese uso, al que le sucedió incluso en algún caso el cultivo de champiñones, ha desaparecido. Los escasos rendimientos y el elevado coste laboral de la extracción y acarreo desde lo alto acabaron con esta tradicional producción.

Pasado en blanco

Las gentes de Valle de Tabladillo se emplearon durante muchos años en la extracción de yeso de sus minas

Isabel Jimeno.

Ese halo de misterio que tiene toda cueva rodea a las que salpican el curioso y bello paisaje de Valle de Tabladillo. Un agujero en la roca que invita a volar la imaginación, ideando qué habrá en su interior. Y es que hoy no hay acción a su alrededor, ni tampoco en su interior, pero durante años fueron un auténtico centro de actividad, pues en ellas residía parte del peso de la economía local.

Junto a algunas, en una pendiente casi imposible de escalar, una tenada para las ovejas se asoma a su puerta. Pero ese es un nuevo uso para este regalo de la naturaleza. Uno más de los que goza Valle de Tabladillo, salpicado de curiosos y sorprendentes parajes.

Dicen que el terreno pedregoso no es el mejor para la agricultura, pero el esfuerzo de sus gentes durante años se empeña en demostrar lo contrario. Los huertos se entremezclan con las casas y aprovechan la ribera del arroyo del Valle para producir ricas cosechas de hortalizas.

Al fondo del pronunciado valle de rocas casi peladas de vegetación en las que tan sólo sobreviven pequeñas plantas como el té de roca, la manzanilla y el tomillo, el arroyo hace surgir un vergel. El verde sustituye a los tonos marrones y grisácesos para tornarse en protagonista del paisaje. El abrigo de los cortados y la humedad de la corriente permiten a Valle de Tabladillo disponer de una frondosa huerta, rica también en variados árboles frutales. Parras, ciruelos y nogales crecen y dan sus frutos en este rincón de Segovia.

Esa tierra para algunos agreste tiene su premio y durante mucho tiempo supuso una fuente de ingresos importante para sus gentes gracias a la explotación de las minas de yeso existentes en el término. Y es que eso es lo que hay en las cuevas ahora vacías que los habitantes del pueblo explotaron desde antiguo, pues ya a mediados del siglo XVIII existen documentos en los que se habla de la extracción de este material, al que, un siglo después, Pascual Madoz vuelve a hacer referencia en la descripción del pueblo que realiza en ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España’. «Yeso para todos los pueblos, en particular para el sitio de San Ildefonso y Segovia», cuenta que extraían y vendían.

Duro trabajo

Un duro y costoso trabajo que hace un par de decenios acabó con la tradición yesera de la localidad, donde llegaron a funcionar media docena de estas minas. De buena calidad, pero fuerte y que se quedaba pronto duro, así era el yeso de las cuevas de este pueblo cuya extracción era más aún costosa pues además requería ser bajado desde las minas, algunas situadas en lo alto de una pendiente de esa peculiar y bella orografía que adorna Valle de Tabladillo.

Un rincón por descubrir

Valle de Tabladillo reclama el arreglo de la carretera que atraviesa este pueblo anclado en el fondo de un valle

Isabel Jimeno.

Atraviesa este pueblo enclavado en el fondo de un valle, como su propio nombre indica, al cobijo de pronunciados cortados horadados tiempo atrás por el agua del arroyo del Valle y es la única vía de comunicación para acceder a Valle de Tabladillo, por eso una de las principales reclamaciones del pueblo es el arreglo de la carretera. Y es que se llegue por un lado o por el otro, la única carretera que conduce a este municipio es estrecha y se encuentra en un estado «lamentable, fatal», critica el alcalde. «Casi es tercermundista», lamenta Benedicto Poza. Y el suyo es el sentir de todos los vecinos, que esperan que alguna vez se hagan realidad las promesas de adecuación de esta vía.
Y si las comunicaciones terrestres no son buenas, las telecomunicaciones no se encuentran en mejor estado, aunque, poco a poco, van avanzando. Al menos ya cuentan con receptor para TDT y «después de más de ocho años pidiéndolo» ya han instalado una antena de telefonía móvil que permitirá usar esta tecnología, hasta ahora reducida tan sólo a unos puntos concretos en el estirado caserío de Valle de Tabladillo, dividido en dos barrios. Sin embargo, la conexión a Internet es una meta imposible en esta localidad a la que no renuncian a llegar.
Esa peculiar orografía que supone dificultades para algunas cosas, también es un bello tesoro para muchos desconocido. Árboles de diversas clases, frutales y huertos aprovechan la ribera del arroyo para crecer y teñir de verde el paisaje entre las rocas. Un encanto hasta el momento sin explotar por la iniciativa turística, aunque en breve abrirán algunas casas rurales que esperan dar a conocer el pueblo y generar algo más de vida y actividad.
Y es que, aunque en los últimos años la población se mantiene relativamente estable en torno a los 150 habitantes, con escasos niños y jóvenes viviendo a diario en la localidad, las previsiones de cara al futuro no son optimistas.
Ese reducido padrón hace que los ingresos municipales también sean escasos y limiten las posibilidades de actuación del Ayuntamiento. «Hacemos lo que podemos. Poco porque tenemos pocos ingresos», lamenta el alcalde. «Aunque dentro de lo que cabe, vamos haciendo cosas, aunque no todo lo que queremos», añade.
Poco a poco, a medida que acceden a las subvenciones, se van haciendo realidad proyectos como cubrir el frontón, una obra que se está ejecutando por fases. Ya tiene cubierta y gracias a la gente del pueblo se instalaron unas gradas, por lo que ahora falta terminar el cerramiento y construir los vestuarios.
Renovar la red de abastecimiento y construir un nuevo depósito de más capacidad que acabe con los problemas de suministro que se suceden verano tras verano son otros de los proyectos que trata de sacar adelante el Ayuntamiento. Y es que estos días la tranquilidad y soledad del invierno se olvida y la llegada de veraneantes multiplica la gente y la demanda de agua a la vez que anima las calles encajonadas en el fondo del cauce surcado por el arroyo del Valle.

Iniciativa y fiesta para todos

Este bello rincón de la provincia reúne durante el verano sosiego y actividad

MÓNICA RICO | SEGOVIA.

Vista del municipio, con uno de los peñascos que sobresalen. :: MÓNICA RICO

Con la llegada del verano son muchos los que regresan a los pueblos de la provincia a pasar la época estival, huyendo de algún modo de las aglomeraciones de las grandes ciudades y buscando la tranquilidad que se encuentra en los pequeños municipios.

Sin embargo, en muchos de ellos la tranquilidad del resto del año se torna en multitud de actividades para todos los públicos, como es el caso de Valle del Tabladillo, donde la Asociación Cultural La Olma organiza una semana cultural que se prolonga durante unos quince días y que comienza el próximo 30 de julio con la tradicional Fiesta de la Juventud, que este año, y con la finalidad de dar cabida a todos los que quieran participar, se desarrolla cómo 'Fiesta para todos'.

Se trata de la tercera edición del FIV (Festival Internacional del Valle), que se desarrollará en la zona del frontón del pueblo y en un escenario instalado en el lugar. Durante la tarde habrá castillos hinchables y colchonetas elásticas para los más pequeños y música tradicional con los Dulzaineros del Valle. Ya después de la medianoche, bingo, música rock, versiones y una sesión house, hasta la madrugada.

La denominada 'semana cultural' continuará el 31 de julio con torneos de tute, fútbol, frontenis y futbolín. Así, hasta el 14 de agosto se sucederán las actividades con torneos de chito, chocolatadas, un taller infantil de elaboración de mermelada, campeonato de parchís, carrera de cross o proyecciones de distintas películas para público infantil o adulto dentro del ciclo 'Cinemanía'.

Campeonato de tabas, baloncesto, la fiesta de la bicicleta, campeonato de chinos, taller de astronomía, campeonato de duro raya, tenis de mesa, ginkanas, un maratón fotográfico, torneos de mus o brisca, meriendas, la siega tradicional, concurso de tortillas, degustaciones, taller de dibujo, torneos de dominó o ajedrez, actividades infantiles, pasarela de disfraces, karaoke y dardos son sólo algunas de las propuestas de la agrupación para los primeros días del mes de agosto, que concluirán el 14 con la asamblea general de la asociación, la entrega de trofeos a los mejores de los campeonatos, la lectura del acta de la asamblea y la ya tradicional degustación de melón con jamón, un plato fresco para concluir con las agotadoras iniciativas que se podrán disfrutar en el municipio.

Toda esta programación puede ser una bonita excusa para acercarse a conocer el municipio de Valle del Tabladillo, ubicado en una ladera del valle que forma un arroyo que nace en Castroserracín y cuyas aguas van a parar al Duratón.

Paisaje tradicional y único

Sin duda, el visitante se encuentra ante un paisaje pintoresco gracias a los caprichos de la naturaleza, que a través de la erosión ha construido formas geológicas que con el paso del tiempo han llegado a tener nombre propio.

Ya en el municipio podríamos destacar como construcción su iglesia, dedicada a la Inmaculada Concepción un edificio de arquitectura popular, en cuyo interior destaca una custodia de plata del año 1804.

También las ruinas de la ermita de San Juan, que en su tiempo fue la parroquia del despoblado de Pajares. Se trata de un templo de época románica y se enclavan en un bonito paraje en las cercanías de Valle de Tabladillo.

Pero, sin duda, también llama la atención el conjunto del municipio, en el que abundan casas construidas con la arquitectura tradicional castellana. Se trata de viviendas construidas en su mayoría en dos plantas, la primera de ellas de piedra, mientras que la segunda con entramados de madera que se combinan con piedra o adobe según los casos. En estas viviendas destacan los balcones, antiguamente realizados en madera y hoy adornados con otros materiales, así como las solanas de madera, que en muchos casos están cubiertas con grandes y salientes aleros.

El nombre

En el año 1247 ya aparece nombrado, en este caso como Tabladiello. Años después, en 1759, se conoce a la localidad como Los Valles de Tabladillo, para con el tiempo evolucionar hasta Valle de Tabladillo. Sin duda, el nombre Valle le viene dado por el lugar en el que se ubica, aunque no en su centro, sino en una de las laderas.