Una partida a las cartas
Las mujeres de San Cristóbal de la Vega se reúnen casi todos los días en el centro cultural para jugar
Isabel Jimeno.
La partida a las cartas por la tarde es casi ineludible. Más que un juego es la excusa para salir de casa, hacer más amenas las largas horas del invierno y pasar un rato con el resto de los vecinos. Unas quince personas se juntan casi a diario para jugar unas manos en el Centro Cultural de San Cristóbal de la Vega, ubicado en la antigua y rehabilitada fragua. Tienen en las cartas un aliciente para romper la monotonía de un pueblo que, como otros muchos, ve envejecer a la población a un ritmo tan fuerte como desciende el exiguo censo del medio rural.
Los talleres de Cultura que llegan a través de los CEAS de la Diputación Provincial, la gimnasia de mantenimiento que promueve la asociación de jubilados del municipio, también encargada de gestionar el aula de memoria, mantienen ocupados a los habitantes de San Cristóbal de la Vega una vez que su etapa de trabajo ya ha pasado. Otros años, también contaban con taller de manualidades, pero este se han tomado un respiro para descansar de esta actividad, que no descartan retomar dentro de unos cursos.
Junto a la asociación de jubilados, la de Mujeres Rurales Santa Petronila y la deportiva, que hace unos años dejó de funcionar. Entre unas y otras se encargan, no sin esfuerzo, de hacer más amena la vida a sus convecinos. «Entre todas se hacen cosas», destaca Lucía Minguela, presidenta del colectivo de mujeres rurales, siempre dispuesta a participar en todas las actividades.
Más apoyo
Es precisamente la Asociación de Mujeres Rurales Santa Petronila la que carga con el mayor peso en la organización de las actividades, aunque su presidenta reclama mayor apoyo económico para hacer más cosas. Las excursiones culturales no faltan en el calendario, en el que también se cuela todos los veranos una escapada de un día a la playa a Santander. Aunque la agrupación está integrada solamente por mujeres –ahora algo más de treinta, pero en su comienzos hace unos veinte años llegó hasta las sesenta, «pero ya somos menos porque han ido muriendo», lamenta su presidenta– en esta actividad también se cuela algún hombre siempre que haya plazas disponibles en el autocar.
Una comida de hermandad en verano reúne a todas las asociadas. Y las actividades para los más pequeños con motivo de las fiestas también aúnan la colaboración de la asociación, de los jóvenes y del Ayuntamiento. El pasado año, las atracciones puestas en marcha por el Consistorio han tomado el relevo a las tradicionales competiciones de años anteriores para así renovar la diversión. Carreras de sacos, competiciones en bicicleta, la piñata colgada del árbol y el baile de la gorra, en el que se pasa la boina al son de la música y cuando se para queda eliminado quien la tiene, hacían las delicias de los más pequeños de San Cristóbal de la Vega gracias a la implicación de la asociación y voluntarios. Un esfuerzo que «merece la pena porque ves que la gente disfruta», comenta Lucía Minguela.
Una partida a las cartas
Más de treinta mujeres se unen para celebrar Santa Águeda
Isabel Jimeno.
En un pueblo de tradición agrícola y ganadera como San Cristóbal de la Vega no pueden faltar en su calendario de festejos las honras a San Isidro. El 15 de mayo es una fecha especial en un municipio en el que precisamente su dependencia del sector agrario le impide retener población. Dos semanas después llega otro de los días grandes de la localidad. El 31 de mayo es Santa Petronila y como patrona de San Cristóbal de la Vega merece una celebración especial. Ya en verano, en torno al 25 de julio, vecinos y foráneos se reúnen para festejar Santiago Apóstol y llenar las calles de gente y alegría.
Y aunque no entre dentro del calendario oficial de fiestas, Santa Águeda también merece una celebración especial. No está constituida formalmente como una asociación, pero la Cofradía de Santa Águeda, integrada por una 35 mujeres, hace que esta popular fiesta siga viva.
A ritmo de dulzaina y tras la misa, ataviadas con el traje tradicional, las mujeres bailan durante la procesión. Después, todas juntas se reúnen a comer. Pero en la calle, con el manteo, el corpiño y al abrigo de las capas, las féminas de San Cristóbal de la Vega cumplen con el rito de salir a la carretera para detener a los coches y pedirles algo de dinero a cambio de una pasta. «Hay gente muy maja que colabora porque lo ve muy original», destaca Lucía Minguela, una de las cofrades.
Pero las celebraciones en honor de Santa Águeda no terminan ese día en el que las alcaldesas hacen el relevo de poderes con el intercambio de la vara de mando. Una misa en honor de las difuntas vuelve a reunir a las aguederas y «hacemos otro día extra en el que nos vamos a comer a Arévalo», destaca Lucía Minguela. «Así salimos por ahí».
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