Juarros de Voltoya

A contracorriente

Juarros de Voltoya fragua su corta historia con buenas perspectivas de crecimiento demográfico en los próximos años

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

La llegada de gente foránea, de otros que con la jubilación han decidido dejar la ciudad y regresar al pueblo del que un día salieron y los escasos nacimientos –«hay bastantes matrimonios jóvenes, aunque les da vergüenza tener hijos. Hay más de veinte parejas menores de treinta años, pero les cuesta trabajo tener un hijo, y dos es la leche. Y eso frena el crecimiento», lamenta entre risas el alcalde, Félix Renedo– permiten a Juarros de Voltoya mantenerse por encima de los trescientos habitantes, «pero tenemos que subir mucho. Tenemos perspectivas para subir bastante», añade el regidor.
Y es que el mercado inmobiliario se mueve a gran velocidad en el municipio gracias en buena parte a las viviendas de segunda residencia, aunque también sirve para fijar población estable.

Urbanización

Ahora las esperanzas del Ayuntamiento están puestas en una iniciativa privada para construir una ‘macrourbanización’ con campo de golf y más de mil chalés en la primera fase. Aunque el proyecto depende de la aprobación de las normas urbanísticas del municipio, el alcalde confía en que la inversión salga adelante, ya que, a la vez que sirve para fijar población, se generarían puestos de trabajo, base fundamental para asentar habitantes en Juarros de Voltoya.
« Este pueblo va para arriba. Veo perspectivas para gente joven», subraya Félix Renedo, convencido de un próspero futuro para su pueblo. «Pensarán que estoy loco cuando lo digo, pero creo que en cuatro o cinco años habrá en Juarros de Voltoya mil habitantes estables». En vacaciones, los fines de semana y, sobre todo, en verano, ahora la población se multiplica, pero en unos años se disparará si los proyectos de urbanización previstos salen adelante.

El entorno, con el embalse y la ribera del río Voltoya junto al pueblo, mil hectáreas de monte, la ausencia de malos olores, la dotación de servicios mínimos y que «todavía se puede vivir barato en comparación con otros sitios» son los atractivos que hacen fijar la mirada en Juarros de Voltoya, además de los terrenos baratos para facilitar la edificación. «Facilitar la construcción es el todo para un pueblo».
Mientras el resto del medio rural debe hacer frente a la creciente despoblación, la localidad nada a contracorriente y sueña con ver incrementar su censo en un nuevo paso de su breve historia. Y es que frente a otros pueblos de la zona, Juarros de Voltoya es un municipio joven con tan solo trescientos años de historia, en los que poco a poco ha ido creciendo, pues hace doscientos años solo había once vecinos.

Economía

La producción resinera de los pinares, los pastos del entorno y la riqueza del suelo para la producción de hortalizas que sus habitantes llevaban por otros municipios, facilitaron el asentamiento en el lugar en el que ahora se levanta Juarros de Voltoya. En estos días, esos sectores apenas producen y son la agricultura de secano y diversas quienes empresas emplean a sus vecinos.

Actividad con motor y ruedas

La concentración motera y las actividades de las tres asociaciones animan la vida de Juarros de Voltoya

Isabel Jimeno.

Miembros de la asociación de jubilados con las paellas antes de una comida de hermandad. / El Norte

No es un día de fiesta, pero lo cierto es que ese fin de semana en Juarros de Voltoya se vive un ambiente especial gracias a la concentración de motos que se celebra en el municipio desde hace trece años. Aunque al principio comenzó a organizarse en junio, desde hace tres años se ha trasladado a febrero y este, los pasados 11 y 12, han vuelto a atraer hasta este pequeño pueblo a decenas de moteros llegados de todos los puntos de la geografía nacional.

El rugir de motores y las tiendas de campaña para albergar a algunos de los participantes, que durante esos días también llenan hoteles y restaurantes de la comarca, transforma al municipio en una cita ineludible para los amantes del mundo de las ruedas y curiosos deseosos de ver estos caballos con motor.
Una cita que cada vez goza de mayor acogida entre los moteros y que ha ganado fama desde que unos aficionados a este sector de Juarros de Voltoya propusieron la celebración. Puntuable para varias pruebas e incluida en el circuito de concentraciones, la cita en el pueblo es fija para muchos moteros.
Orquesta en el salón municipal el sábado por la noche, una excursión a algún lugar del entorno después del desayuno y antes de la comida que marca el punto de partida forman parte de las actividades en torno a la concentración de motos.

Durante el resto del año, las tres asociaciones que existen en Juarros de Voltoya animan la vida de los juarreños con sus múltiples actividades, además de disfrutar de las fiestas que se suceden a lo largo del año: San Antonio, el 13 de junio; Nuestra Señora de la Asunción, el 15 de agosto, y los Santos Inocentes, el 28 de diciembre.

De las agrupaciones, la más veterana es la asociación de la tercera edad Río Voltoya, con más de dos decenios de actividad a sus espaldas. Talleres de memoria, un par de excursiones al año para ir a conocer otros lugares, los servicios de un podólogo que mima los pies de los socios o una gran comida en verano son algunas de las actividades que organiza el colectivo y que gozan de gran acogida entre sus más de cien socios. Además, en el local que el Ayuntamiento les cede, por las tardes también se reúnen para ver la televisión, jugar unas manos a las cartas o conversar con los amigos.

Mujeres activas

Muchas excursiones también organiza la Asociación de Mujeres Rurales La Almudena, que opera en Juarros de Voltoya desde hace quince años. Talleres de informática, de pintura o una fiesta en verano mantienen entretenidas a sus dinámicas 120 socias de todas las edades, que festejan por todo lo alto Santa Águeda.
El último colectivo que ha comenzado a funcionar en el pueblo es Los Rurales, que desde hace tres años aglutina a los numerosos matrimonios jóvenes de este pequeño pueblo de poco más de trescientos habitantes, pero con mucha población joven. Aunque todavía está en su etapa de lanzamiento, aprovecha los fines de semana y el verano, cuando Juarros de Voltoya multiplica su población, para organizar sus actividades.

Junto al agua y el pinar

El embalse en el río Voltoya supone uno de los mayores atractivos y lugares más bonitos de Juarros de Voltoya, un lugar elegido por muchos aficionados a la pesca

Isabel Jimeno.

Allá en la sierra de Guadarrama nace y comienza su vida el río Voltoya, que surca parte de la provincia de Segovia. Y en su recorrido por tierras castellanas, atraviesa y parte en dos Juarros de Voltoya. A un lado, el casco urbano del pueblo. Algo más elevado, y al otro, se abre una extensa masa de pinares, cuyos ejemplares casi llegan hasta la misma orilla del Voltoya,

Pero en Juarros de Voltoya adquiere una imagen más espectacular gracias a la construcción, hace unos años, de un embalse justo enfrente del pueblo. Una bonita estampa muy cercana a las casas y elegida por muchos aficionados a la pesca para practicar este deporte en las tranquilas aguas del río Voltoya, donde abundan las carpas.

Y si sus aguas son ideales para la pesca, curiosamente pese a estar tan cerca del pueblo, apenas se han podido usar a lo largo de la historia para el riego de las tierras de labor. Ya en la radiografía que a mediados del siglo XIX elaboró Pascual Madoz en ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España’, advierte de que sus campos son de secano ante la imposibilidad de llevar el agua, situado en una zona más baja.

Lo que si ha propiciado el río Voltoya en la industria extractiva de arenas, a medio camino entre el cauce y la vasta superficie arbórea del municipio.
Muchos olmos

Precisamente esos dos elementos tan importantes de la fisonomía de Juarros de Voltoya se recogen en su denominación. Juarros procede del término «Xuarros», derivado del vasco «zuhar», que significa olmo, en clara alusión a la gran extensión poblada de esta especie que existe en la localidad. Mientras que Voltoya sirve para hacer referencia al río que cruza el pueblo y supone uno de los atractivos medioambientales mayores de este pueblo que proyecta explotar sus valores como atractivo turístico construyendo incluso un campo de golf.

Suministro para el futuro

Juarros de Voltoya considera el agua y el ordenamiento urbanístico las claves para asegurar el crecimiento...

Isabel Jimeno.

Embalse del río Voltoya, con las casas de Juarros al fondo. / ISABEL JIMENO

Garantizar el suministro de agua en la actualidad y en el futuro tanto para los cerca de trescientos habitantes de Juarros de Voltoya como las casi mil personas que viven en este pueblo de la campiña castellana en julio y agosto y dotar al municipio de un planeamiento urbanístico ordenado. Ésos son los dos pilares fundamentales en los que basa su actuación el equipo de Gobierno a cuyo frente se encuentra Gregorio Felipe.

Y es que aunque en estos momentos el agua no supone un problema, pese a que por la deficiente red de distribución se pierde cerca del 40%, desde el Ayuntamiento son conscientes de que las posibilidades de desarrollo futuro dependen en buena medida de un adecuado suministro. «Es el único proyecto y por el que estoy soñando», subraya el regidor de este pueblo en el que precisamente el agua constituye una de sus características y cualidades.

Sus casas se asoman al embalse del río Voltoya. Una bella estampa que se extiende por cerca de cuatro kilómetros de agua y alameda en las que se mezclan zonas deportivas, de paseo, espacio de pesca y lugar de localización de aves. Uno de los tesoros del municipio, que rompe con la llanura castellana antes de convertirse en una gran masa de pinar que supone casi la mitad del término.

Junto a «gestionar el agua adecuadamente», otro de los grandes objetivos es dotar al municipio de normas urbanísticas que ordenen su crecimiento, «definir qué se quiere del pueblo», delimitando por dónde debe expandirse Juarros de Voltoya en los próximos treinta años. Pero no sólo dónde se pueden edificar viviendas, sino también el espacio industrial, una de las claves para el desarrollo futuro.

Pero para lograr este crecimiento, el alcalde es consciente de que el pueblo debe contar con unos servicios y dotaciones que lo hagan atractivo. «Los vecinos de los pueblos no deben quedar marginados respecto a los de poblaciones con más número de habitantes», subraya Gregorio Felipe, quien apuesta por la unión de instituciones, asociaciones, empresas e incluso pueblos de un mismo entorno para distribuir la carga y ofrecer las mejoras, ya que los insuficientes medios económicos dificultan atender las necesidades de la población.

«Me conformaría con dejar asentados estos proyectos en ocho años», comenta el alcalde de Juarros de Voltoya, quien entre los objetivos más a corto plazo destaca la reparación del consultorio. Y es que una avería hizo que el agua inundase la consulta, que desde entonces se ha trasladado a la Casa Consistorial. La farmacia ocupa parte del archivo municipal y el despacho del alcalde es ahora la consulta en la que médico y enfermera atienden a los pacientes que esperan en la sala de juntas. Además, parte del espacio del salón de los jubilados también está destinado a consultorio por si algún enfermo no puede subir a este improvisado espacio médico.

Mejorar las comunicaciones, tanto por carretera como por Internet, también figuran entre las metas de Juarros de Voltoya, un municipio segoviano que gracias a algunas parejas jóvenes consigue mantener la población en torno a los trescientos habitantes e incluso ya tienen aprobado el proyecto para ampliar el colegio de la localidad.

El reflejo del agua

El embalse de Juarros de Voltoya es un importante ecosistema para especies acuáticas y aves migratorias

ELENA RUBIO ARAGONESES

Como otros pueblos de la campiña, Juarros de Voltoya tiene una larga historia que se remonta a hace más de cuatro mil años. Hoy sólo quedan ruinas de aquellos asentamientos primitivos en los que los antepasados dejaron su huella en el actual término municipal. Y es que los expertos han encontrado un yacimiento en la zona conocida como ‘ElMuerto’, situada sobre una llanura que desciende suavemente hacia la vega del río Voltoya. Sobre una extensión de unas diez hectáreas, allí se han encontrado restos correspondientes al periodo de los vasos campaniformes, del 2050 al 1700 antes de Cristo, y a la Edad del Hierro, entre el 850 y el 500 antes de Cristo.

Y es que desde hace siglos el lugar debía de ser una zona con encanto, con una ribera llena de olmos. Eso es lo que debieron de ver los ojos de los repobladores de origen vasco cuando llegaron a estas tierras por el siglo XIII. No resulta raro que por eso eligieran este nombre, ‘Juarros’, cuya base en euskera se encuentra en ‘zuharros’, olmos. Un árbol que es el que menos agua necesita, pero que prefiere la ribera de un río, en este caso, el Voltoya. Un cauce en el que probablemente se bañaran muchos antiguamente. Hoy los vecinos de la localidad lo hacen en la piscina pública que será remodelada gracias a los 48.318 euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local.

Y precisamente es el agua lo que hace diferente a este pueblo de los de su alrededor, ya que junto al pueblo se encuentra un embalse que se construyó hace ya unos años. El carrizo y las espadañas rodean el perímetro del agua y son un lugar de diversión para los numerosos peces que se encuentran en la zona.

Pero no sólo animales acuáticos se pueden ver en estas aguas, durante todo el año los vecinos de esta localidad pueden disfrutar de la presencia de fochas y azulones, unas aves que se incrementan en época de pasos migratorios.

Las calles de este pueblo también han sido un lugar de paso habitual para las ovejas en su recorrido por la Cañada Leonesa Oriental. Junto al pueblo hay un descansadero donde pastores y rebaños solían hacer noche.

De lo que hoy sólo quedan ruinas es del conocido como ‘Molino del Casillo’. Ya en el siglo XVIII se documenta en este término municipal un molino harinero con dos piedras, propiedad del Marqués de Encinas. Por aquel entonces producía cuatro mil doscientos noventa reales en los que se incluían quinientos cuarenta del molinero. Esta infraestructura llego a contar con una máquina de vapor para fabricar pienso y harina. Fue abandonado entre 1970 y 1975. 

La riqueza de los paisajes

El turismo rural comienza a abrirse camino en los parajes de la localidad

MÓNICA RUBIO

Situado en un paraje incomparable, muy cercano a Segovia, se sitúa la localidad de Juarros de Riomoros. Desde su término municipal se puede divisar la Sierra de la Mujer Muerta y el río Moros, de donde viene el apellido de esta pequeña localidad, de menos de un centenar de habitantes con concejo abierto. Pero también el nombre de Juarros tiene su propia historia. Al parecer, el nombre actual data del siglo XVI, si bien, se conoce que durante el siglo XIII y probablemente en los anteriores, era conocido como Xuharros de Río Moros. El nombre originario procede del antiguo euskera y al parecer hace referencia a los olmos que crecían y aún hoy se encuentran en las orillas del río.

La naturaleza y los paisajes son la principal riqueza de la localidad. A ambos lados del río se extienden bosques de ribera, a los que se suman diversas especies de aves, propios de este ecosistema. Pasear por la ribera del río supone el encuentro con zarzas de mora y su fruto, en determinadas épocas del año, endrinos, majuelos y otras plantas que crecen hasta las zonas de choperas, pinares y encinas. También sotos de fresnos a lo largo del río Moros, con ejemplares de más de 500 años, grandes troncos y copas redondas y tupidas, que ofrecen la sombra necesaria al viajero.

Su belleza natural se extiende también a sus alrededores, propios de la campiña segoviana, con llanuras de cereales, pero también pinares resineros y piñoneros junto a arenales, explotados en la actualidad y una de las fuentes de actividad económica más importante de este pequeño municipio, junto con la agricultura y la ganadería, a la que sus habitantes se dedican principalmente.

Continuando el paseo por lo alto de la ribera del Río Moros y sus alamedas también se pueden encontrar humedales, una extensa vegetación y diversidad de aves como milanos y cigüeñas, entre otras especies. El municipio se encuentra enclavado en la ruta de las cuatro estaciones, y todo su potencial turístico está comenzando a descubrirse.

Además de su inmenso patrimonio natural, Juarros cuenta con patrimonio arquitectónico. Destaca su iglesia parroquial de la Virgen del Pollo. La construcción del templo se sitúa alrededor del siglo XVIII, reflejo de la arquitectura del barroco del momento. En su interior se conservan gran cantidad de imágenes también barrocas. Dentro de las tallas románicas cabe destacar la de la patrona de la localidad,la Virgen del Pollo, de gran belleza y expresividad.

Curioso es también el nombre de esta talla, que llega de manos de una leyenda, que narra como en el paraje denominado Soto de Abajo, se cultivaba trigo y cebada. Durante la siega, varias cuadrillas trabajaban en el lugar. Día tras día, en la hora del almuerzo, observaron como un pollo picoteaba las migas del suelo, siempre en el mismo lugar y seguidamente desaparecía entre unos matorrales.

Un día los segadores decidieron seguir al animal y en su escondite descubrieron una imagen de la Virgen con manto rojo y túnica azul y el Niño portando una especie de manzana. Dado que la búsqueda del pollo supuso el hallazgo de la imagen, desde entonces se la conoce como la Virgen del Pollo y fue proclamada patrona del lugar. Además, y para no olvidar su agradecimiento al animal, desde hace años los vecinos tallaron la imagen de un pollo que acompaña a la Virgen.

La matanza
Una de las tradiciones que a lo largo de los años se han mantenido en la localidad, ha sido la realización de la tradicional matanza popular, en la que los vecinos, una vez más, se unían para llevar a cabo el ritual. Durante toda la mañana se realizan las acciones que concluyen con la degustación, por parte de todos los participantes, de una caldereta.