Aldeanueva de la Serrezuela

Entre molinos de viento

El parque eólico comparte protagonismo en Aldeanueva de la Serrezuela con la frondosa vegetación y las tierras rojas de la sierra de Pradales

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Al otro lado de la sierra de Pradales, camino de la vecina provincia de Burgos, se levanta Aldeanueva de la Serrezuela. Entre el rojo de sus tierras y el verde de su frondosa vegetación, en los últimos meses, han surgido unos nuevos moradores que pronto aumentarán. Impresionantes por sus grandes dimensiones, esos molinos que don Quijote de la Mancha confundía con gigantes en la obra de Cervantes que este año cumple cuatro siglos han adquirido una versión mucho más moderna para generar energía eólica y quizá por eso distorsionan un poco ese paisaje que durante años ha permanecido inalterable.

Una fila de cuarenta molinos en lo alto de la sierra, diez de los cuales están en el término de Aldeanueva de la Serrezuela, a los que los vecinos poco a poco se van acostumbrando al impacto visual, aunque aún queda tiempo para que el ruido que producen según sople el viento deje de perturbar la tranquila vida de este pueblo que en invierno no cuenta con más de treinta personas.

Y deberán hacer mayores esfuerzos para acostumbrarse a estos nuevos vecinos, pues ya hay nuevos proyectos para implantar más parques eólicos en la zona. «Nos van a rodear de molinos», apunta el alcalde, Juan Ramón Francisco Serrano.

Esos molinos que han usurpado parte del protagonismo a la sierra no han podido acabar con las vistas que ofrece Aldeanueva de la Serrezuela. Incluso hay un punto desde el que, gracias al estratégico enclave del pueblo, se pueden ver las tierras de la provincias de Segovia, Burgos, Madrid e incluso Guadalajara.

Ahora la tranquilidad del pueblo también se ve alterada por la masiva llegada de veraneantes, que también sirven para rejuvenecer la anciana población, sin niños entre sus vecinos habituales que hacen ver el futuro «muy negro». Y es que si durante los fines de semana la población flotante se eleva hasta las trescientas o cuatrocientas personas, en verano y en fechas como estas, a punto de comenzar la celebración de las fiestas de Nuestras Señora y San Roque, se dispara hasta los seiscientos o setecientos vecinos llamados por el sentimiento de arraigo a su pueblo. Pero este año, la prohibición de hacer fuego en espacios abiertos impedirá una de las actividades más arraigadas: acudir a las bodegas y, al son de la dulzaina, encender hogueras para hacer chuletas.

Mal acceso
Esta continúa subida y bajada de población llega al pueblo por carreteras para las que el alcalde reclama su arreglo que también haga posible el sueño del regidor de que nuevas iniciativas empresariales que ayuden a dinamizar la vida del pueblo y supongan una bombona de oxígeno ante el negro futuro que amenaza a Aldeanueva de la Serrezuela. Y es que si hay una preocupación en la mente de Juan Ramón Francisco es «¿cómo conseguimos que alguien se plantee instarla aquí, por ejemplo, una carpintería que dé trabajo?» a la vez que sigue dando vueltas al proyecto para la construcción de un centro de día para personas mayores con apartamentos tutelados con los que atender a la anciana población del municipio.

Servicio médico
La avanzada edad de los vecinos también impulsa al regidor a reclamar que el servicio médico llegue, como lo hacía hasta hace un año, tres días a la semana y no solo uno. Conseguir que el teléfono por cable sea una realidad y que el acceso Internet pueda convertirse en un sueño hecho realidad son otras de las demandas de Juan Ramón Francisco, que antepone a todas ellas el mantenimiento y casi utópico aumento de población en el día a día, pues durante el estío Aldeanueva de la Serrezuela ha demostrado que posee un atractivo que favorece la llegada de cientos de veraneantes.

La llama que se apaga

Aldeanueva de la Serrezuela ve peligrar la tradición de asar chuletas junto a las bodegas

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

La cuenta atrás ya ha empezado y Aldeanueva de la Serrezuela se prepara para una de las fechas marcadas en rojo. Mañana comienzan las fiestas de Santa Isabel, que durarán hasta el sábado. Dos días diferentes, de bullicio y alegría que marcan un punto de inflexión en la vida de los aldeanuevenses.
Después de la soledad del invierno en este pequeño municipio de poco más de treinta personas censadas, con el calor primaveral y veraniego, cuando el pueblo muestra una de sus imágenes más bonitas y aromáticas teñido del morado del cantueso, regresan muchos de los hijos del pueblo, que no pierden la ocasión para volver a Aldeanueva de la Serrezuela para disfrutar de su tranquilidad, la belleza de sus paisajes, con puntos en la Sierra de la Serrezuela en los que se pueden ver territorios de varias provincias, y ese peculiar y agradable ambiente de convivencia que reina en el municipio.

Pero es en las fiestas de Nuestra Señora de la Asunción y San Roque cuando más gente y más actividad hay en la localidad. Son las fiestas de verano. Bailes, misa, procesiones con bailes y subasta de los palos de las andas sobre las que San Roque recorre las calles del pueblo forman parte de las citas de esos días, en los que los aldeanuevenses no pierden la ocasión para adentrarse de nuevo en la iglesia de Santa Isabel de Portugal tras las procesión y la subasta para degustar las galletas de San Roque que, según dicen, proporcionan salud para todo el año.

Hogueras

Y el 15 de agosto tampoco falta una cita imprescindible. La cena en las bodegas al son de las charanga que recorre los merenderos para animar la velada junto a estas tradiciones que se construyeron hace años para complementar las bodegas excavadas en la roca para conservar el vino. Hoy son un auténtico centro de reunión durante buena parte del año y en el que se celebra una de las citas más arraigadas en las fiestas de Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, aunque en peligro de desaparición.
Los vecinos apuestan por su conservación, pero la prohibición el año pasado de hacer fuego al aire libre hizo decaer un poco la fiesta y este año se mira con incertidumbre el futuro de las tradicionales chuletas asadas junto a las bodegas.

Y estas fiestas también sirven para recuperar y recordar oficios de antes. Los mayores del lugar son los encargados de enseñar cómo trabajaba el herrero, el cardador de lino o el agricultor separaba en el grano de la paja con el trillo.

Una vida entre libros

Una exposición repasa la trayectoria de la editorial hernando, fundada por Victoriano Hernando, uno de los hijos más ilustres del pueblo

Texto Isabel Jimeno.

Pastor e hijo de una humilde familia, su espíritu emprendedor y bondad permitieron a Victoriano Hernando Palacios convertirse en uno de los hijos más ilustres que ha alumbrado Aldeanueva de la Serrezuela. Por eso, desde el año pasado, el pueblo le vio nacer en 1783 decidió rendirle un homenaje. Una exposición permanente en el salón del Ayuntamiento recorre la vida y la obra de Victoriano Hernando y la editorial que él fundó.

Cuentan que el prometedor futuro de este intrépido aldeanuevense fue casi fruto de la casualidad, cuando un día decidió marcharse del pueblo para evitar el posible castigo por haber permitido que sus ovejas se adentraran en los terrenos de otro vecino. Moradillo, Colmenar, Valladolid y Madrid fueron algunos de los lugares por los que pasó Victoriano Hernando, un apasionado de la enseñanza que logró estudiar Magisterio y dar clases hasta que, con la Restauración de 1814, fue cesado en su cargo y tuvo que decir adiós a su pasión.

Aún así, la enseñanza siguió marcando su vida. Empeñado en que los niños escribieran bien, decidió lanzarse a una nueva aventura, montando su nuevo negocio para fabricar el papel pautado. Fueron los primeros pasos de la editorial Hernando (1828-1895), que acabó convirtiéndose en una de las más importantes de la España en los siglos XIX y XX.
Los momentos destacados de la Historia de España, de la Educación y de la impresión de aquella época forman parte de la exposición montada en Aldeanueva de la Serrezuela en homenaje a Victoriano Hernando, del que también se cuentan relatos de su vida, paralela en parte a la prestigiosa editorial que creó.

Legado

Un legado de más de cien años que ahora se repasa en esta muestra permanente, que abarca desde el nacimiento de la editorial hasta su desaparición, en 1985 –el mismo año en que la Cámara de Comercio de Madrid le otorgó el título de ‘establecimiento tradicional madrileño’– pasando por las etapas en la que el negocio estuvo en manos de Gregorio, el sobrino y heredero de Victoriano Hernando, y de EugenioPáez, bajo cuya dirección la empresa vivió uno de los momento más gloriosos.

Y es que obras de escritores reconocidos como Benito Pérez Galdós, Jacinto Benavente o Pío Baroja pasaron por las máquinas de la editorial Hernando, la que en 1828 puso en marcha Victoriano Hernando, uno de los hijos más ilustres de Aldeanueva de la Serrezuela.

Mejorar las comunicaciones

Aldeanueva de la Serrezuela reclama ayuda para arreglar una de las carreteras que conduce a este pueblo del norte de la provincia de Segovia

Texto y fotografías de Isabel Jimeno

Rodeado de verde, verde y más verde de miles de tonalidades que dejan entrever el rojo del suelo de la sierra se asoma el casco urbano de Aldeanueva de la Serrezuela, en el norte de la provincia de Segovia. Un caserío que hace imaginar un pueblo algo más grande de lo que en realidad es. Una localidad con menos de medio centenar de habitantes censados y apenas una veintena permitiendo respirar al pueblo en invierno. «Hay mucha soledad», admite el alcalde, José Luis Andrade, uno de los pocos jóvenes que hace unos años decidieron regresar a sus orígenes y permiten rejuvenecer un padrón demasiado envejecido.
« Hay que haber nacido aquí o haber vivido aquí mucho tiempo para que te guste», confiesa este enamorado de estas tierras de la Serrezuela pobladas de todo tipo de árboles, arbustos y plantas, pero con escasas posibilidades de trabajo en la localidad. Y en esa lucha por conseguir que nueva gente llegue al pueblo se encuentra inmerso el Ayuntamiento que, al igual que el resto de los vecinos, trata de superar el varapalo que supuso la marcha de una familia con niños después de seis meses viviendo en el pueblo.
Desilusión
La llegada de los nuevos vecinos fue acogida con gran alegría y como un aliento de esperanza, pero su marcha desató «el llanto de todo el pueblo». Ahora la vieja casa del maestro, pendiente de unas reformas, espera nuevos moradores.
Y es que con el escaso presupuesto de un municipio pequeño, poco más se puede hacer. «Donde no hay gente, no pueden hacerse cosas», lamenta el regidor. Aún así, año tras año, el Ayuntamiento trata de poner en marcha nuevos proyectos que ayuden a mejorar la vida en Aldeanueva de la Serrezuela. Continuar cambiando la red de abastecimiento y acabar de asfaltar todas las calles, «el gran lastre de todos los Ayuntamientos», son algunas de las iniciativas en las que trabaja, mientras sigue buscando financiación para abordar el gran proyecto: arreglar el camino agrícola que conduce al pueblo. La vía más corta de conexión con Segovia, que está en muy mal estado. Los baches son continuos en los poco más de cinco kilómetros de propiedad municipal compartida con la vecina localidad de Torreadrada.
No sólo vías de comunicaciones con la capital de la provincia, a casi cien kilómetros de distancia, son deficientes, el transporte público, también. Todo lo contrario que con la cercana localidad burgalesa de Aranda de Duero, con la que Aldeanueva de la Serrezuela está mejor comunicada, pues cuenta con servicio de autobús y una mejor carretera, lo que acrecienta los vínculos entre ambas.
Más días de consulta médica a la semana es otra de las demandas de las gentes, casi todos mayores, de Aldeanueva de la Serrezuela.

Entre el vino, el agua y el aire

Molinos de viento, fuentes y bodegas llenan el paisaje de este municipio

MÓNICA RICO | SEGOVIA

Tradicionales bodegas situadas en las laderas y, al fondo, los molinos de viento. :: MÓNICA RICO

Aún con la celebración de sus fiestas muy presentes -se desarrollaron el primer fin de semana de este mes-, los vecinos de Aldeanueva continúan con su labor cotidiana, centrada principalmente en la agricultura y la ganadería. Un día a día que desde hace años vive marcado por el lento girar de las aspas de los molinos de viento, que se sitúan a unos metros de la localidad y que han conseguido un cambio en el paisaje del municipio, que anteriormente destacaba por sus fuentes y bodegas.
Un término rodeado de flora, fauna y paisajes curiosos, como el lugar denominado el salegar, donde se pueden encontrar numerosas piedras cubiertas de sal, con una clara explicación. Son los pastores quienes llenan las piedras de sal gorda, para llevar allí a su ganado. Los rebaños acuden a tomar ese alimento y posteriormente los pastores las conducen hasta los abrevaderos y fuentes destinadas a que beban agua. Se trata de una curiosidad que también se encuentra en otros lugares, pero los vecinos no dudan en afirmar que esta antigua tradición marca el gusto de la carne que se ofrece en la localidad, de una gran calidad.

Pero además de buena comida, dos bienes como el aire y el agua se citan en esta pequeña localidad situada casi en la frontera con la provincia de Burgos, de la que se nutre para algunos servicios y de la que ha heredado algunas tradiciones, como el buen hacer de las morcillas, tan famosas por esos lugares.
Y para acompañar estos manjares, qué mejor que unos buenos caldos propios de la tierra degustados en las tradicionales bodegas que, junto a los molinos de viento, forman parte del paisaje tradicional.

La mayoría de estas construcciones se sitúan ocupando parte del cerro en el que también se encuentra la iglesia parroquial, dedicada a Santa Isabel. Son muy numerosas e incluso parecen formar un pequeño barrio, gracias a que todas son construcciones muy similares.

Labor social

La gran mayoría de ellas son subterráneas, excavadas en el suelo, con un saliente denominado 'boca' que hace de entrada, construido en piedra y donde se sitúa la puerta. Las más antiguas tienen la puerta de madera y orientada hacia el norte. Las posteriores en muchos casos se realizaron según el gusto del propietario y muchas de las antiguas han sido rehabilitadas y adaptadas como merendero. En algunas incluso se puede encontrar un pequeño patio anterior con bancos de piedra y una mesa.

Y es que estas típicas construcciones han pasado de contar con un lagar y cubas y elaborar en ellas vino de manera artesanal, a cumplir una labor meramente social, de reunión y encuentro, aunque en algunas de ellas aún se 'cría' vino, aunque en muy pocas se elabora ya. Distintas galerías nos llevan hacia el interior de las bodegas, donde podemos encontrar distintas estancias que antes se utilizaban para dar cabida a las barricas y cubas de vino. Hoy muchos de estos lugares se encuentran vacíos y en otros hay numerosas botellas de vino, de cosechas anteriores y de la última vendimia.

Otras de las construcciones de importanciason las fuentes, que junto a los manantiales llenan parte del término y durante siglos han saciado la sed de pastores y trabajadores del campo. Se pueden contar incluso por decenas y algunas de ellas unen la tradición del vino con la del agua, como es la situada en la plaza del Lagar. Fuente el caño, fuente la presa, fuente nueva, fuente vieja, de la cerca, de la tejera o la de Villanueva, son sólo algunos ejemplos que se encuentran en el término.